La tecnología avanza a un ritmo vertiginoso, convirtiendo en obsoleto hoy lo que ayer era una herramienta imprescindible de la vida cotidiana. Pasó con el walkman , con los CD y empieza a pasar con los mensajes de texto.
La progresiva implantación de la navegación de Internet por celular (el 3G) y el auge en el desarrollo de centenares de aplicaciones de mensajería instantánea que permiten a los usuarios de estas redes conectarse con sus teléfonos, sin tener que pagar cada vez que utilicen estos servicios, están teniendo un impacto negativo en los SMS.
Por ejemplo, según el informe anual de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones española, los ingresos derivados del envío de SMS bajaron 20% en 2010.
El mayor atractivo de esas aplicaciones es que, frente al pago asociado al envío de cada mensaje de texto tradicional, las comunicaciones que ofrecen son gratuitas –a veces hay que abonar únicamente una cantidad por su descarga inicial– porque se transmiten a través de la línea de datos del teléfono.
Existen decenas de apps similares, pero la más popular es Whatsapp, compatible con los sistemas operativos Android, iOS, Blackberry y Symbian. Además de chatear con los contactos conectados a Whatsapp, se pueden enviar imágenes, videos y archivos de audio, publicar la ubicación en la que está el usuario y describir su estado.