Sin tan siquiera haberlo intencionado, hay altas probabilidades de que usted haya escuchado composiciones del estadounidense Glenn Miller. Varios de sus temas instrumentales son la primera referencia de la música escrita para big band o de la época del swing. Por la vitalidad que tienen, son de esas piezas que entran al registro auditivo personal y nunca se van.
Si bien en nuestro contexto no estamos expuestos tan seguido esta oferta musical, temas como In the Mood o la romántica Moonlight Serenade han de haberse colado en la banda sonora de su vida de manera no planificada.
Las melodías clásicas emitidas por un ensamble, donde trompetas, trombones y saxofones son protagonistas, traen consigo las memorias de la década de 1940. La Segunda Guerra Mundial sacudía aciagos.
No hace falta haber vivido en aquel momento para encontrarle valor real a este menú musical. El primero de dos conciertos en Costa Rica de Glenn Miller Orchestra (en la versión londinense de la agrupación) fue un manjar por la calidad interpretativa del conjunto de 16 músicos. La selección del repertorio fue capaz de crear recuerdos de una realidad que quizá muchos de los escuchas nunca vivimos.
La orquesta, dirigida por el simpático Ray McVay, sorprende en la precisión de sus fraseos, la maestría con la que maneja las dinámicas, así como su humor en el escenario. La alineación de los vientos de metal se mantiene como la conceptualizó Miller décadas atrás: cuatro trombones, cuatro trompetas y cinco saxofones. Además, los acompaña un piano, un contrabajo y una batería, mientras que las voces principales se alternan entre una masculina y una femenina.
Una vez levantado el telón, la primera impresión que daba el ensamble era de solemnidad por su distribución y orden en el escenario. La elegancia de su uniforme rojo, contrastante con el fondo negro, se engalanaba con los movimientos coreografiados de los músicos.
LEA MÁS: Orquesta de Glenn Miller visitará el país con lo mejor del swing
El humor de la propuesta también quedó evidenciado desde temprano. Los detalles sutiles que entretenían, junto con la bella ejecución de cada tema, facilitaba el establecimiento de la empatía con el espectador.
Hacia el final del concierto, dos parejas de jóvenes que bailan lindy hop brincaron a los pasillos con entusiasmados pasos y, entonces, cobró vida el movimiento que muchos estábamos simulando tímidamente con chasquidos.
Han pasado más de 70 años desde que muchos de estos temas fueron escritos y su efecto sigue siendo contagioso. La nostalgia se aviva y las sonrisas o los lagrimales van extendiéndose con el recorrido de los pentagramas.
Un show así puede ser visto y disfrutado por cualquiera. No hace falta haber repasado el cancionero de Miller o tener afinidad con el swing. Si no hay una relación previa entre el oyente y estas melodías, después de un rato, ese vínculo ya estará afianzado.
Ficha técnica
Artista: Glenn Miller Orchestra
Fecha: 14 de agosto
Lugar: Teatro Popular Melico Salazar
Organización: Interamericana de Producciones