La espigada, hermosa y elegante actriz Jacqueline Steller Steller emana un calibre de energía positiva y buenas vibras, tanto así que su espontánea tertulia se vuelve adictiva. Sin embargo, la primera en lanzar una señal de alto sobre sus cualidades como ser humano es ella: “No mujer, yo fui un desastre muchos años... ya te voy a contar”.
Steller es recordada por varias generaciones de las que ya peinan canas, sobre todo por el rotundo éxito que tuvo como parte del elenco del programa La lucha de Lucho, que marcó a los años 80 y descubrió a personajes que llegaron a trascender el escenario nacional durante varios lustros.
Por citar unos cuantos nombres, el actor y director Lucho Barahona se convirtió en el mentor de Steller, Marcia Saborío, María Torres y Alejandro Rueda, entre otros histriones.
Antes de entrar en detalles sobre su vida, destaca y recalca la importancia que ha tenido para ella Lucho Barahona.
“Mirá, es que no te puedo explicar lo que yo siento por él , creo que nos pasa a todos los que empezamos con él, para mí fue y es como un papá, un guía, un gran amigo, un verdadero profesional que nos enseñó a amar y respetar esta profesión. Sin su guía y ayuda no hubiera logrado yo vivir del teatro como lo he hecho toda mi vida”, reflexiona.
Tras su paso por la televisión Jacqueline se topó con lo que se convertiría en un trabajo soñado, en el que ya lleva 30 años: fue contratada para realizar el Britt Coffee Tour, de la empresa Café Britt, en donde también se vinculó como parte del departamento del Recursos Humanos y donde aún labora.
Eso sí, hace un tiempo decidió acogerse a una jornada de medio tiempo, porque su nueva espiritualidad y su renovada filosofía de vida la convencieron de que devengar menos salario pero tener más tiempo de calidad para ella y su familia era un imperativo.
Hoy, a punto de cumplir 60 años en mayo próximo, Jacqueline Steller demuestra cuán fuerte es su fe en Dios en la actualidad, sobre todo en un año lleno de pruebas durísimas que habrían revolcado a casi cualquier otra persona.
Tiempos borrascosos
Por alguna razón, en medio de esa persona llena de luz que es hoy Jacqueline Steller, tras los primeros minutos de la entusiasta tertulia caímos en el tema de la pandemia y ahí soltó la primera bomba —o el tremendo infortunio, como se le quiera llamar— que sufrieron ella y su esposo Jorge Gamboa justo cuando estaban haciendo lo máximo para no contagiarse.
“Podés creer que los dos nos cuidamos siempre con todos los protocolos de salud, apenas hubo acceso a la vacuna fuimos por la primera dosis y justo el día en que asistimos a ponerlos la segunda Jorge se contagió, andando con cubrebocas y careta. Nunca sabremos dónde fue pero suponemos que se contagió en el centro de salud...”, dice Jacky con lógico asombro.
Y es que luego se les vendría lo inimaginable. “Te imaginás ir por la segunda dosis para estar tranquilos... el quinto día empezó a sentirse mal, tanto que lo llevé al hospital, le hicieron el examen, dio positivo y unas horas más tarde ya estaba llamado a la ambulancia se lo estaba llevando la ambulancia...estuvo varios días muy grave en cuidados intensivos”. Cuando le dieron la salida, se dedicó a él, al 100%. “No tenés una idea de cómo lo cuidé, al punto que empecé a sufrir el síndrome del cuidador, un agotamiento total, pero todo nos deja enseñanzas porque uno a menudo escucha lo duro que puede ser para una persona cuidar a otra que está convaleciente, ahora que lo viví en carne propia puedo entender y ser más empática con los cuidadores”.
— Realmente ha sido un año muy particular para vos, eso que les pasó... es el primer caso que conozco, pero bueno con final feliz, aunque ya varios días en Cuidados Intensivos... tiene que haber sido durísimo— le digo, y me responde con serenidad, en una confesión que nos impidió continuar a las dos, durante unos segundos, con un nudo imposible en la garganta y los ojos aguados.
“Pues sí, imaginate que en marzo de este año perdí a mi mamá, a mi hermana y a mi sobrino, ellos fallecieron en Estados Unidos... solo Dios pudo darme tanta paz en medio de tanto dolor …después pasó lo de Jorge y bueno aunque quedó con secuelas como el azúcar alto y un poco de vértigo, estamos viviendo al día y disfrutando todavía más de la compañía uno del otro con nuestro ‘perrijo’, Tai. Lo adoptamos hace seis años y para mí la imagen de un momento perfecto es irnos Jorge y yo a dar una vuelta al parque, agarrados de la mano, con Tai, claro”, cuenta Jacky al recordar que Jorge estuvo reticente a adoptar al perro y, ahora, hasta duerme con él.
Yo siempre fui una persona muy sola, entonces claro cuando empecé a trabajar en teatro y televisión los aplausos llegaban a llenar ese vacío, pero cuando llegaba a mi casa, sola, ya ahí no había quien me aplaudiera. También fui una persona muy ansiosa, al grado que desarrollé una tinnitus (grave problema del oído). Ya cuando sentía que no podía más, le hablé a Dios. Él me escuchó. Y desde ese momento, mi vida empezó a cambiar”.
— Jacqueline Steller, actriz
Hablando de esposos, hijos y familia, Steller vuelve a demostrar cómo gracias a Dios todo puede encaminarse a algo bueno, aún cuando la vida parece haberse ensañado con ella en algunos trances, como su imposibilidad de convertirse en madre al sufrir, en el pasado, tres pérdidas en distintos años, durante un matrimonio anterior.
A todas luces tiene una magnífica relación con Jorge —un señor encantador, a quien también tuve el lujo y el gusto de conocer— con quien lleva casada 20 años. “Pero ve lo que es la vida, diay, yo no pude ser mamá pero ya después de que me divorcié de mi primer esposo y conocí a Jorge, cuál fue la sorpresa de que él tiene tres varones que tienen exactamente las edades que tendrían los míos. Entonces con Jorge tengo todo el paquete completo porque hasta ‘abuelastra’ soy; yo los amo y disfruto muchísimo”.
El caso es que cada historia que cuenta Jacky supera la anterior. “¡Ay mujer, yo era un desastre absoluto desde jovencilla, de hecho para la época de La lucha de Lucho yo era una montaña rusa de emociones, cuando estaba en el teatro y con los aplausos y el éxito me sentía arriba (anímicamente) pero después caía en unas depresiones que no te puedo explicar”, afirma con vehemencia.
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Reconoce que en aquellos años era una persona poco sabia que siempre culpaba a los demás por sus problemas o contingencias. “Incluso en mi primer matrimonio, quería agarrar del cuello a mi pareja y casi que obligarlo a llenar mis vacíos y solucionar todos mis problemas, ¡pobre hombre! Empecé a sentir que todo lo que tocaba parecía romperlo y me sentía como un automóvil atascado en el barro, que por más esfuerzos que hacía no avanzaba”.
Y entonces, un buen día, todo cambió.
“Mirá en medio de aquel vacío terrible, un día me puse a conversar con Dios, no quería una religión porque eso sí yo no soy de religiones sino una relación personal con El, si es que existía“. Entonces, diay, me cuadré y le dije: ‘Dios, si usted existe haga algo pa’ que yo lo conozca, ¡vea a ver qué hace porque si usted no hace nada, ya ahí sí que no tengo para donde agarrar’”, rememora entre risas.
“Y bueno, para hacerte el cuento corto dos semanas después me encontré un amigo que me empezó a hablar de Dios, de la Biblia y me empezó a llamar la atención ese Dios amoroso. Yo no tenía nada qué perder y entonces decidí creerle y entregarle mi corazón. fue increíble cómo poco a poco empezó a manifestarse ¡Sí me había escuchado! Y desde entonces lo ha hecho siempre y ha sido mi refugio. De otra manera yo no sé cómo hubiera superado las pruebas tan duras de las que ya te hablé”, dice Jacky, como diría ella, en medio de una paz que sobrepasa todo entendimiento.
Peinar canas
Jacqueline cuenta que, con todo lo negativo que ha traído la pandemia, a ella le ha dejado uno que otro aprendizaje.
“Mirá, para mí ha sido no solo liberador, sino fascinante el haber renunciado a teñirme las canas, eso era una esclavitud todos los meses. En eso se viene esta situación y ahora no solo amo mis canas, sino que tengo el pelo más lindo y sano porque ya no le meto químicos ¡igual que el maquillaje! Mirá ahora con costos un poco de rimmel ¡y uno con aquellas toneladas de maquillaje que se ponía antes!”, exclama.
Sobre su rol laboral, cuenta que empezó con el Britt Coffee Tour (”una obra preciosa sobre el proceso del café”, explica) el 1° de enero de 1992, es decir, está a semanas de cumplir 30 años con una empresa a la que ama y agradece.
“Eso sí, los años pasaron y lógicamente después de 25 años de hacer el tour amanecía renca y ronca, entonces empecé a combinar esa área con dar cursos de capacitación en Recursos Humanos y es lindísimo porque doy los talleres por medio de obras de teatro. Igual a veces hago el tour y también trabajo haciendo presentaciones teatrales sobre servicio al cliente, en varias empresas”, dice Jacqueline, quien insiste en que reducir o reordenar su jornada laboral es una de las mejores decisiones que ha tomado.
“Vieras que lo converso mucho con Jorge. A nosotros lo de la pandemia también nos afectó económicamente, él trabaja en ventas pero bueno recortamos gastos y empezamos a tener más tiempo para los dos juntos, imaginate pasar los dos encerrados las 24 horas. Entonces nos hemos dedicado a conocernos más, a disfrutarnos, a estudiar y comentar extractos de la Biblia o leer a Max Lucado, mi escritor favorito ¡he leído como 15 libros de él en esta pandemia pero así, meditándolos, disfrutándolos”, narra la connotada actriz.
Sobre su inminente llegada a los 60 años, en mayo próximo, asegura que cada día es ganancia y cada año, ni para qué. Y cierra con una frase que nos saca las carcajadas a las dos: “Diay muchacha, imagínate que cuando cumplí 50 años, estaba conversando con un muchacho muy jovencito y me dice ‘¿Usted está cumpliendo 50 años? ¡Qué increíble, verdad, que una persona pueda vivir tanto!”.