Un 23 de junio de 1952 nació Fernando José Coto Martén, alias “Cotico”, un hombre que se comprometió tanto con sus ideales durante su juventud que marcó a toda una generación de estudiantes de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Creció en un hogar conservador de la capital y empezó a entenderse con la lectura desde muy niño. En la adolescencia, sus exacerbados puntos de vista lo convirtieron en un líder estudiantil que normalmente iba en dirección contraria a los demás.
A sus 29 años se casó con Iris Rodríguez Araya, con quien tuvo dos hijas: María Fernanda y Virginia. Se divorció 16 años después y se mudó a un apartamento ubicado en Curridabat.
Era hijo del destacado exmagistrado y expresidente de la Corte Suprema de Justicia, Fernando Coto Albán, quien desempeñó su cargo hasta 1983 y falleció seis años después en la provincia de San José.
Su madre Virginia Martén Pagés, fallecida en 1993, fue la primera abogada graduada en la UCR y se convirtió en la primera notaria pública del país y en la primera mujer que se dedicó al litigio en territorio nacional.
Tuvo un hermano llamado Manuel que se desempeñó como jugador de boliche y destacó en torneos internacionales hasta los 51 años; murió en el 2009 tras ser golpeado por un carro en Curridabat.
El exdirigente universitario falleció el 29 de octubre de 2021, a los 69 años, a causa de un ataque cardíaco. Allegados a la familia confirmaron que murió en su casa de habitación, en compañía de algunos parientes.
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Desaparición
“Cotico”, como le conocieron sus contemporáneos, fue noticia a principios de 2021 luego de que el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) lo declarara desaparecido y pidiera la ayuda de la población para localizarlo.
Las autoridades lograron ubicarlo en un hotel de La Fortuna de San Carlos, Alajuela, la mañana del viernes 8 de enero, luego de que no se supiera sobre su paradero por casi un mes.
Su hija menor, María Fernanda, indicó a La Nación que su padre les había dicho que se encontraba de paseo, pero que un día dejó de contestar las llamadas y mensajes, por lo que decidieron dar aviso al OIJ.
Agregó que fue gracias a los policías judiciales que lograron localizarlo y que la difusión que brindó la prensa sobre la desaparición del hombre, ocurrida el 10 de diciembre de 2020, fue vital para dar con su paradero.
Según la hija, “Cotico” había dejado de tomar unos medicamentos que utilizaba para controlar la ansiedad, por lo que la familia no descarta que se pudiera encontrar un poco desorientado o afectado de salud.
“Mi hermana Virginia se fue hacia allá (La Fortuna) para recogerlo y ver cuáles son las condiciones en las que se encuentra y determinar si ocupa tratamiento médico o resolver alguna situación”, afirmó.
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Orígenes
Aunque este episodio hizo que Coto Martén volviera a resonar en la esfera pública, no es la primera vez que este sociólogo de profesión recibe atención mediática.
Los tiempos en que lucía su espigada y flexible figura en una colorida tanga, como parte del espectáculo en el que enarbolaba sus protestas en la UCR, provocaron que más de uno conociera sobre el famoso “Cotico”.
Durante los años 70, construyó un discurso filosófico, contestatario y profundo (a veces hasta lo incomprensible) que lo llevó a mover masas, aunque algunos lo tacharan de populista o revoltoso.
Era definido como un “locazo”, dueño de una inteligencia tan aguda como la verborrea que soltaba en medio de sus danzas exóticas, en la universidad o en las calles, ya fuera en buzo o en tanga, acompañado por su “combo” y siempre con su sonoro carapacho en mano.
Aunque cuesta un poco entender cuál fue el motivo final de su lucha ideológica, queda claro que siempre abogó por la libertad y por diferenciarse de lo previamente establecido.
La singular manera de plantear sus postulados nació a finales de los 60, cuando experimentó una auténtica fascinación por todo lo que tuviera que ver con la expresión corporal.
“Entonces me introduje en el mundo de las mudras de tradición oriental que se valen de la gestualización para expresar las ideas. Encontré que yo tenía gran fuerza para comunicarme a niveles colectivos no intelectuales con gran fuerza”, dijo el sociólogo a La Nación, en una entrevista en el 2006.
En síntesis, lo que Fernando Coto siempre quiso fue “lograr que en la dinámica actor-espectador no exista comunicación en una sola vía, sino que el espectador también actúe como emisor y se integre”.
El cuas-cuás
Y es aquí donde entra la “filosofía madre” de su discurso filosófico: “la simbología del cuas-cuás (así, con tilde en la segunda cuás, porque el cuas solo significa otra cosa) que busca remover los ingredientes racionales y emotivos del ser humano para que salgan a flote”.
“El cuas-cuás es, a grosso modo y so pena de adulterar su significado puro en el afán de resumir un poco, ni más ni menos que la voz del pueblo, el fenómeno de la ‘pista’, toma y daca. Lenguaje total intersubjetivo, dialéctica popular”, explicó el exdirigente universitario
“En cambio, el cuas (así, a solas y sin tilde), es la actitud, la luz, la chispa, la acción y la inspiración que nos mueve”, añadió.
Quizá suene un poco denso o enredado, pero este discurso caló en el estudiantado universitario de su época, al punto de que fue elegido presidente de la Federación de Estudiantes de la UCR (FEUCR), en 1976.
Fue despojado de su puesto ocho meses después debido a la decisión “viciada” de los fiscales del Comité Electoral que, según dijo, se valieron de “las peores cochinadas” para sacarlo tempraneramente de su gobierno.
Tras su peregrinaje universitario, “Cotico” se trasladó con su combo y su carapacho a las graderías del estadio Ricardo Saprissa y también a los reductos en los que el Monstruo jugara de visita.
También hizo lo propio con el equipo de la UCR y siempre le dolió que la Selección Nacional nunca valoró sus dotes como motivador natural del equipo.
De hecho, en una ocasión se quejó de que en el periódico Al Día publicaron que casi se ahoga al soplar su caracol durante un juego entre la UCR y Cartaginés.
“En la nota se refirieron a mi persona en términos inapropiados. Refleja el serrucho y la chota típica del costarricense, frente a los que destacan. Para soplar bien el caracol, más que aire se requiere práctica.
“En cierto sentido hay que amansar o reconocer la concha. Me prestaron el caracol y puedo decir que estoy más ducho, tengo más habilidad como caracolero y más destrezas psicosociales para mover masas”, dijo en aquella ocasión.
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Faceta de escritor
El polémico dirigente universitario también tuvo una faceta de escritor y, en el 2009, publicó sus memorias en el libro Cotico en ruta, en donde relata, entre otras cosas, cómo logró llegar a la Primera División del fútbol nacional en 1973 y mantenerse allí por tres años.
“Con esta obra quise hacer justicia a la memoria histórica y cultural sobre muchos hechos que no han sido contados como fueron en realidad”, expresó el autor cuando salió su libro.
La FEUCR fue otra de las homenajeadas en el escrito, al igual que una figura fundamental en su vida y en su forma de pensar: su padre, de quien heredó el amor por la cultura popular y por la literatura.
“Papá fue magistrado y expresidente de la Corte Suprema de Justicia, y a diferencia de muchos políticos actuales, fue un hombre justo, correcto y honrado.
“Las cuartetas que él componía y los poemas del romancero campesino calaron hondo. Es justo que se conozca su verdadera historia porque él fue un político alejado de la corrupción y por eso le hicieron malas jugadas”, manifestó el hijo en aquel momento.
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Al llegar a sus 53 años, el sociólogo se movilizó a Buenos Aires de Puntarenas, donde se desempeñó como el enlace institucional entre la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y los indígenas de esa región hasta pensionarse.
Entre las muchas puntas de lanza que contenía su discurso, siempre sobresalió una defensa a ultranza de la causa aborigen, desde la conservación de su cultura hasta la lucha por sus derechos.
Líder “populista”
Luego de 50 años de sus andares por la política universitaria, Fernando Coto es recordado por sus contemporáneos con mucho cariño, incluso cuando en la época de antaño discordaron con él por sus ideales.
Uno de ellos es el antropólogo Carlos Borge, quien en sus años universitarios compitió con Coto Martén como dirigente estudiantil de una organización política contraria y distinta a la del Cuas-Cuás.
De hecho, fue una de las personas que encabezó el movimiento para destituirlo de su puesto como presidente de la FEUCR, lo que provocó que tuvieran una relación un poco tensa durante ese momento.
“No fue una situación donde estuviéramos en campos cercanos, realmente la distancia política era bastante y yo estaba en desacuerdo con la forma populista con que él asumió la federación de estudiantes”, aseveró.
No obstante, Borge aseguró que no guarda ningún tipo de resentimiento y que más bien considera a “Cotico” como un hombre amable y con una forma muy particular de ver el mundo.
Agrega que también coincidieron años después en la zona sur gracias al compromiso de ambos por trabajar por el bienestar de los pueblos indígenas costarricenses.
“Nos encontramos varias veces en esa zona y compartimos mucho, entonces las distancias que habían se diluyeron bastante a partir de confluir en intereses comunes en favor de los pueblos indígenas”, contó.
Esta nota fue realizada con información recopilada por la periodista Yuri Lorena Jiménez. Fue actualizada el 29 de octubre de 2021 para incluir el fallecimiento de Cotico.