Las camas en las unidades de cuidados intensivos comenzaron a hacerse escasas conforme la pandemia de covid-19 fue avanzando.
Al inicio de la emergencia, había 24 camas de unidades de cuidado intensivo (UCI) y fueron aumentando hasta llegar a un tope de 369.
No obstante, en los últimos meses se ha superado la marca diaria de 500 personas atendidas en esos cubículos. De hecho, el pasado viernes había 520.
¿Cómo se logra optimizar el uso de estos espacios? La Nación conversó con el médico intensivista Pablo Álvarez, quien trabaja en el Hospital México, uno de los centros médicos con mayor capacidad de atención para pacientes covid-19 en cuidados intensivos.
Diferentes estrategias han logrado que los recursos se puedan utilizar de la mejor forma y, además, tener mayores posibilidades para salvar vidas.
“Las edades de los pacientes y características de la enfermedad han cambiado, y con ello nos hemos ido adaptando”, expresó Álvarez.
“El problema que estamos teniendo ahora es que tenemos una cantidad exagerada de pacientes. Esto no se parece a nada que hayamos visto antes”, agregó.
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¿Quiénes llegan a UCI?
En una entrevista anterior con La Nación, el intensivista Marco Vinicio Boza indicó que las personas que requieren de cuidados intensivos llegan ahí con la posibilidad de salvar su vida y de ser “rescatados”.
Quienes por su gravedad no tienen posibilidades de supervivencia reciben cuidados compasivos y paliativos antes de morir.
“Cuidados intensivos requiere de una vigilancia rigurosa de 24 horas al día, pero no todas las personas llegan en la misma condición”, expresó.
Atención especializada
En una UCI hay atención personalizada para cada paciente según su necesidad.
“Si los pulmones fallan tenemos estrategias para eso; si los riñones fallan, también; si es el corazón el que falla, también. Es hacer medicina a la medida”, expresó Álvarez.
El intensivista hace una analogía con un sastre, que ve a un cliente y sabe la talla de su traje, pero, más allá de eso, se la hace a la medida.
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Un recorrido por los salones
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Una de las tareas de Álvarez consiste en ir a los salones de medicina interna, por todos los pisos donde hay covid-19 y ver qué pacientes podrían tener mayores beneficios en terapia intensiva.
“Eso nos ayuda, porque la gente se identifica antes, y entonces podemos tratarla antes, con intervenciones menos invasivas y sin intubarlos. Esto repercute en menor mortalidad y nos da estancias más cortas”, subrayó.
Sin embargo, también hay una realidad: a veces solo hay un número escaso de camas disponibles y más personas que los necesitan.
“Hay algo que nos ha ayudado mucho. Las unidades críticas no covid-19 están recibiendo pacientes covid-19 recuperados. Siguen críticos, pero ya no tienen que estar aislados.
“Entonces, los movemos ahí y con eso podemos tener a más gente covid-19 en UCI de covid”, puntualizó el especialista.
Sin embargo, indicó que todos los servicios de UCI están limitados y que el número actual de pacientes impide ofrecer el estándar de calidad deseable a todos aquellos que, por diferentes motivos, requieren de cuidados intensivos.
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