El país necesita tomar una serie de medidas focalizadas, como la técnica utilizada por los acupunturistas, de mucho impacto, que propicien círculos virtuosos en la educación pública.
La mejora en la infraestructura educativa precisa la contratación de agentes externos para el diseño, el seguimiento y la evaluación de licitaciones, así como la supervisión de las construcciones; centralizar un gran proyecto de obra educativa y priorizar la creación de módulos de aprendizaje para centros educativos con más de 500 estudiantes.
Paralelamente, se necesita una transformación en funciones, perfiles y actividades de la Dirección de Infraestructura y Equipamiento Educativo, lo cual solo será posible mediante una reasignación de presupuesto, una disminución entre el 10 % y el 20 % de lo asignado a las diferentes oficinas, programas, direcciones y direcciones regionales del Ministerio de Educación Pública (excepto en los relacionados con la equidad) durante dos o tres años.
Para maximizar la utilización y calidad de los 200 días lectivos, sería pertinente reorganizar el calendario escolar para que el curso se inicie a mediados de enero; dividir las vacaciones en tres períodos de una semana cada uno entre los meses de agosto y diciembre (el período de más cansancio entre estudiantes y docentes); estructurar el curso en dos semestres para favorecer la construcción de competencias con nuevas formas de dar clases y aligerar la carga administrativo-evaluativa de los docentes; eliminar el papeleo administrativo vinculado a adecuaciones curriculares no significativas; y suprimir las pruebas de aplazados o convocatorias para restituir los consejos de promoción, integrados por docentes, estudiantes, padres y madres de familia.
Nueva estructura curricular. La necesidades de la sociedad actual demandan superar la distribución de asignaturas creadas a mediados del siglo XX. Para tal fin se puede avanzar por ciclos con el objetivo de sustituir la división de asignaturas por módulos (artes, ciencias, sociales y vida cotidiana) con el propósito de elaborar programas integrados, así, si un estudiante aprende sobre la independencia de América Latina en Estudios Sociales, podría hacerlo en el mismo espacio sobre la literatura de la región y hasta aspectos musicales y artísticos.
Aunado a este esfuerzo, deben impartirse asignaturas para la vida cotidiana, como tecnología, redes sociales, identidad, convivencia y habilidades blandas, grandes desafíos de la educación del siglo XXI; asimismo, hay que considerar la división de Español en cursos de Gramática y Literatura, este último, con énfasis en metodología y evaluación innovadoras para atraer a los estudiantes a la lectura.
La reforma de la estructura curricular de sétimo año necesita poner el énfasis en el dominio del inglés.
Mejora del perfil. Entre las medidas urgentes están la acreditación obligatoria de todas las carreras relacionadas con la Educación, la instauración de los exámenes de incorporación al Colegio de Licenciados y Profesores y al Ministerio de Educación Pública, y cambiar la forma de selección del personal de las direcciones de escuelas y colegios, para lo cual deben establecerse exámenes y defensa de proyectos institucionales ante la comunidad educativa; la segunda debe dar su aval y los contratos deben limitarse a cinco años en un centro educativo.
Sugiero la creación de mentores, para que los mejores docentes dirijan a los nuevos durante los dos primeros años en el MEP, y la participación activa de familias y estudiantes en la evaluación de los funcionarios.
Ejecutar estas y otras medidas de acupuntura pedagógica en áreas como oferta educativa, acreditación de la educación preuniversitaria, evaluación, material didáctico, virtualización, educación técnica, disminución burocrática nacional y regional y normativa resulta urgente para concretar un proyecto cuyo norte sea la graduación de alumnos con una visión humanística.
El autor es curriculista.