Una maleta cargada de peticiones viaja este martes desde Costa Rica hacia el Vaticano, con mensajes escritos con el puño y letra de católicos de todas partes del mundo.
La encargada de llevarlas a su destino será Floribeth Mora, de 50 años y vecina de La Unión, cuya milagrosa curación de un aneurisma (inflamación de una vena del cerebro) es atribuida por la Santa Sede al papa Juan Pablo II.
Desde que trascendió la noticia sobre la sanación de esta mujer, la dinámica en su casa cambió.
Además de las constantes visitas de periodistas, las gavetas de su mesa de noche se llenaron de cartas acompañadas con el ruego de que ella las entregue en la visita que hará, esta semana, al Vaticano con motivo de la canonización de los papas Juan Pablo II y Juan XXIII.
“Lo más significativo que llevo es una maleta con cartas de peticiones dirigidas al papa Francisco. Sé que voy a llorar cuando lo tenga al frente. Es un papa humilde y quiero decirle que si tiene la posibilidad de visitar América, que vaya a Costa Rica”, expresó Mora.
Su devoción a Juan Pablo II trasciende el milagro que el Vaticano y los médicos confirmaron en julio del 2013.
Cuando Karol Wojtyla llegó a Costa Rica, en 1983, doña Floribeth tenía 19 años, era escribiente del Poder Judicial y estuvo entre los jóvenes que lo escucharon en el parque La Sabana, en San José.
“Nunca formé parte de ningún grupo juvenil de parroquias, pero mi fe hacia Juan Pablo II siempre ha sido muy grande.
”Lo más difícil es que hay gente en la calle que dice: ‘esa mujer es una payasa, una ridícula y una loca’. Igual continúo con mi camino y trato de que no me preocupe porque lo importante es que esta loca está sana”, agregó.
El tiempo ha sido escaso para pensar en su viaje a Italia.
De hecho, tuvo que detener sus estudios de Derecho para poder recibir a un promedio de tres periodistas al día y para buscar el vestido negro que, según el protocolo del Vaticano, deberá lucir en la audiencia personal que tendrá con el Santo Padre, el próximo domingo.
Su salida está prevista para mañana, a las 4 p. m., en un vuelo de 16 horas entre San José y Roma, con escala en España. Irá acompañada por su esposo, Edwin Solano, y sus hijos Keiner y Edwin.
Los pasajes suyos y los de su familia son costeados por la Santa Sede y allá se hospedarán en un convento de religiosas.
Historias. En la maleta de peticiones que lleva Floribeth Mora van libros escritos por sacerdotes, cartas de feligreses de todas las nacionalidades. Incluso una lleva la firma de una familia venezolana que pide por la paz en ese país.
“Las peticiones las llevaré con toda la fe del mundo, pero en este tiempo hubo cuatro historias que me impactaron: una señora con derrame cerebral, un niño de 5 años que padece de un tumor en su cabeza, un bebé lleno de mangueras en todo su cuerpo y una mujer embarazada que sufre porque su niño viene muy enfermo”, expresó.
Durante la ceremonia de canonización, Mora llevará una reliquia del papa Juan Pablo II. Se trata de un tubo de ensayo con sangre del futuro santo.
“Ha sido toda una experiencia de vida. Flory ha recibido muchos mensajes positivos de la gente. Todos los días tenemos nuevos huéspedes en la casa”, aseveró el esposo de la devota al Papa polaco.