Es importante que los inversores vigilen las variaciones de la tasa de inflación en el contexto de sus elecciones financieras, puesto que los movimientos no previstos en este indicador —ya sean acelerados hacia la baja o al alza — tienen repercusiones importantes sobre aquellas decisiones que se puedan tomar sobre los patrimonios. Es decir, este indicador se presenta como determinante de las inversiones debido al peso que tienen sus resultados en las tasas de interés y, por lo tanto, en los rendimientos.
La economía mundial ha experimentado cambios importantes recientemente, uno de estos es el incremento generalizado de los precios en la mayoría de los países; situación de la cual Costa Rica no se encuentra excluida. Durante el año anterior, se vivió un proceso inflacionario notablemente acelerado, llevando el indicador de variaciones de precios a cifras que no se observaban durante décadas en el país. El máximo en la tasa de inflación llegó cuando esta alcanzó un 12% en agosto del 2022; después, se registró un acelerado proceso hacia la baja, que nos ha mantenido en un escenario de variaciones negativas interanuales por tres meses, y variaciones mensuales negativas por siete meses consecutivos.
La tasa de interés y la inflación mantienen en el largo plazo una relación positiva que ha sido comprobada empíricamente durante años, lo que quiere decir que, cuando la inflación aumenta, también lo harán las tasas de interés. Visto desde las motivaciones de los inversionistas, esta situación es un problema importante, ya que inflación más alta se traducen en menores rendimientos de los activos que mantienen en sus carteras. Ahora bien, este problema puede presentarse al momento de liquidación de las inversiones, donde afecta principalmente la inflación observada para ese periodo, pero también se presenta cuando esperamos tomar alguna decisión sobre la cartera en fechas futuras.
En último orden de ideas, las expectativas de inflación también deben ser consideradas. Al realizar proyecciones económicas no se conoce el futuro de los precios, lo cual genera volatilidad e incertidumbre debido a la formación de expectativas. Por ejemplo, en un escenario de crecimiento acelerado de la inflación, los agentes tenderán a pensar que el crecimiento de los precios se va a mantener, a esto se le llama “inflación esperada”.
El poder adquisitivo del dinero en el futuro varía, en gran medida, en función de la inflación esperada, lo que complica el cálculo del rendimiento real de las inversiones. Para poder decir que una inversión ha mantenido o, inclusive, aumentado, tanto el capital inicial como las ganancias obtenidas al final del periodo de inversión, tienen que superar el aumento de los precios. Por esto es importante analizar no solo los rendimientos esperados de la inversión, sino también contemplar la inflación futura. La evolución de la inflación a futuro es más importante que el rendimiento que pueda ofrecer un activo hoy, puesto que de ella depende su valor de mercado.
Ganarle a la inflación debe ser unos de los objetivos primarios al momento de realizar una inversión, para tener rendimientos reales positivos. Es fundamental que para alcanzarlo, se tomen decisiones estratégicas sólidas que contemplen la volatilidad de los indicadores económicos que influyen en los rendimientos de los activos a largo plazo.
Sin duda, la administración de carteras de inversión le permite mantenerse al tanto de los temas económicos importantes. Una asesoría desde la visión de gestión patrimonial le permite tener claros sus objetivos, con lo cual, bajo un escenario macroeconómico establecido, poder tomar las decisiones de inversión adecuadas. La prioridad de los inversionistas debe radicar en prever estos movimientos de la forma más precisa posible, para lo cual resulta necesario tener una asesoría oportuna, no solo del mercado de capitales en su forma elemental, sino también sobre la coyuntura nacional e internacional.