Hace una vuelta exacta al Sol que Robin Williams decidió que ya, que ya era bastante sufrimiento y decidió marcharse.
Con su decisión, dejó a millones de seguidores estupefactos, desconcertados y confundidos acerca de cómo uno de los hombres más graciosos de la industria del entretenimiento vivía una vida miserable.
Un par de días después del que sería su último cumpleaños en la Tierra –nació el 21 de julio de 1953–, Williams ingresaba al Hazelden Addiction Treatment Center de Lindstrom, Minnesota, para combatir su dependencia a la cocaína.
El comediante recayó en el abuso de esa sustancia en el 2006, tras dos décadas de estar “limpio”. Entonces, solo se habló de una “medida de precaución”; para nada se mencionó una recaída en el vicio.
“Después de trabajar sin descanso en varios proyectos, Robin simplemente se está tomando la oportunidad de centrarse en su compromiso y del que está extremadamente orgulloso”, afirmó un comunicado de prensa del actor ese julio del 2014.
Sin embargo, los dados estaban echados para el actor.
Decisión. El 11 de agosto del año pasado, Robin Williams se fue de este mundo por su propia mano ; esa mano fue empujada por el fantasma de una depresión que le carcomía las entrañas.
LEA: Depresión, una enfermedad mal entendida
Más allá de los detalles sórdidos de su muerte –con los cuales se complació el morbo usual de estos casos–, los informes oficiales confirmaron que el intérprete de Patch Adams, La sociedad de los poetas muertos o Papá por siempre se quitó la vida.
Fue una trágica decisión relacionada con una enfermedad mental llamada demencia de los cuerpos de Lewy (DCL), que provoca síntomas de párkinson, alucinaciones y delirios.
LEA: Robin Williams, el payaso triste que dejó de reír
A los 63 años cumplidos, el comediante decidió que para él ya estaba bueno y dejó este mundo, justo hace 365 días.
No se fue sin avisar: un año después se sabe que dejó notas sin destinatario en las que hablaba de silenciar a sus demonios.
En otra escribió: “Ya no más”. Escritas en simples pedazos de papel fueron halladas por sus tres hijos –Zack, Zelda y Cody–, frutos de sus dos primeros matrimonios con Valerie Velardi y con Marsha Garces.
Su tercera mujer, Susan Schneider, con quien se casó en el 2011, fue la última en verlo con vida, cuando se fue a acostar la noche del 10 de agosto.
LEA: El despetar no esperó a Robin Williams
Hijos y cónyuge se enfrentan ahora en los tribunales californianos por las pertenencias personales del difunto.
En marzo de este año, se reveló la última voluntad de Williams, quien legó sus derechos de imagen a una fundación benéfica, l lamada Windfall, fundada por él y su segunda esposa, Marsha.
“Williams dejó claro que no habrá anuncios con su foto, hologramas con su cuerpo y que su imagen no será insertada contra su voluntad en un futuro filme en los próximos 25 años”, detalla una nota de El País de España, de marzo.
Una decisión previsora, dada las facilidades digitales del presente para la resurrección de los muertos (Paul Walker, de la saga Fast and Furious, es el ejemplo más reciente).
LEA: Página Negra: Robin Willliams
Queda esto. Se fue sin ver cuatro producciones que estaban listas. La fatalidad de su decisión las hizo póstumas.
Tres de esos filmes son comedias: A Merry Friggin’ Christmas, Una noche en el museo 3 (ya estrenada en Costa Rica) y Absolutely Anything , cinta de ciencia ficción en la que dio voz a Dennis, un leal perro.
Esta película –que, además, reúne a los integrantes vivos de Monthy Python, por primera vez desde 1983– será estrenada en el Reino Unido este viernes 14.
La cuarta cinta es Boulevard, película alejadísima de su vis cómica: un drama en el que interpreta a Nolan, homosexual reprimido, casado, con un trabajo aburrido y entrado en años, que descubre su sexualidad al conocer a León, un joven que le vuelca la vida.
Boulevard se estrenó la semana pasada en Estados Unidos, con buenas reseñas para su papel. Para este año no está programado en Costa Rica el estreno de la última película de Robin Williams.
“Este es uno de los personajes más amables que haya interpretado Williams”, resaltó Variety ; Entertainment Weekly, por su parte, aseguró: “Williams invoca una tristeza a fuego lento en un giro agridulce que hace que lamentemos todos los papeles en los que ya nunca le veremos”.
Diría Mork: Shazbot!
Mork era el atolondrado extraterrestre al que Williams dio vida en el sit-com de los años 70, Mork&Mindy, serie mediante la cual Costa Rica lo conoció.
LEA: Zapping: Tío Robin nos partiste el alma
Shazbot es una imprecación “orkana”, dicha por Mork en la secuencia inicial del programa, tras golpearse la cabeza en su nave. Cuando la pronuncia en la serie advierte que es una palabra para manifestar una “molestia” ante una contrariedad. El simpático alienígena prefiere no traducirla para evitar el sonrojo.
Del planeta Ork pasó a la galaxia de Hollywood, en la que brilló con luz propia, idolatrado por millones de seguidores enganchados en sus películas; pero... “Jamás entenderé por qué, a pesar de que era tan amado, no pudo encontrar un motivo en su corazón para quedarse” expresó su hija Zelda.
Robin Williams decidió irse hace un año y dejó al mundo con una mueca de triste sorpresa. Shazbot!
Mork&Mindy
La sociedad de los poetas muertos
Pescador de ilusiones
Papá por siempre