En playa Moín funciona un “Ebáis” muy particular, cuyos pacientes no son personas sino tortugas marinas.
Se encuentra en la estación biológica que construyó la empresa holandesa APM Terminals como parte de su Plan de Gestión Ambiental.
“Este es un espacio para primeros auxilios, no es un hospital veterinario. A partir de la experiencia que tenemos, básicamente, damos una primera atención a los pacientes; vemos lo que tienen. Si se necesitara algo más especializado, entonces se remiten al hospital veterinario de la Universidad Nacional (UNA) en Heredia”, explicó Luis Fonseca, biólogo del Centro Científico Tropical (CCT).
Dichosamente, los pacientes son pocos y permanecen lo mínimo en las instalaciones.
En mayo, por ejemplo, se atendió el llamado de la Asociación de Tortugas Marinas de Parismina, que halló una tortuga verde, en estadio juvenil, varada en la playa y que no podía regresar al mar. Los biólogos del CCT la llamaron Esperanza y coordinaron con el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (Sinac) para trasladarla al “Ebáis”.
Esperanza. Fonseca contó que a esta paciente le pusieron ese nombre aunque estaba deshidratada y desnutrida. “En esos días, había mareas muy altas y, por su tamaño, debía estar viviendo a unos 50 kilómetros. Posiblemente, no tenía la energía para llegar hasta allá, se cansó y las corrientes la arrastraron hasta la orilla”, comentó Fonseca.
Aparte de eso, la tortuga no tenía golpes, sus ojos parecían estar normales y sus reacciones también lo eran. Le pusieron vitaminas y la dejaron en agua dulce por 24 horas para hidratarla.
Posteriormente, fue puesta en un estanque con agua salada, donde la alimentaban dos veces al día. Empezaron con lechuga y apio; luego la dieta incluyó camarones, jaibas y calamares.
“Como estaba baja de peso, empezamos a darle de comer a saturación, todo lo que quisiera comer. Lo importante era que ganara peso para poder liberarla”, explicó Fonseca, al señalar que el tratamiento funcionó, ya que fue liberada cuatro meses más tarde.
“Cuando la recibimos medía 24 centímetros (cm), al momento de su liberación su caparazón medía 30 cm. En cuanto a peso, ingresó con 1.500 gramos y al liberarse pesó 3.100”, dijo Fonseca.
Otro paciente. En este peculiar “Ebáis”, recuerdan además la atención a una tortuga verde adulta, en el 2015.
Esta fue decomisada por la Fuerza Pública en una casa de Cieneguita. Esstaba amarrada de las aletas, preparada para ser destazada.
“En cuestión de una semana, se pudo liberar. A nosotros lo que nos preocupaba eran las heridas en las aletas; por dicha, cicatrizaron bien”, dijo Fonseca.
Para Silvia Gamboa, gerenta de Ambiente y Sostenibilidad de APM Terminals, este constituye un espacio de educación ambiental para la comunidad.
De hecho, niños de las escuelas cercanas participan en las liberaciones de tortuguitas.