En cuanto le avisaron que la pequeña habitación en la que vivían sus tres nietos se incendiaba, Rafaela Mora Rivera, de 61 años, corrió para tratar de salvarlos, incluso arriesgando su vida.
Al igual que cada mañana a eso de las 7 a. m., ella acababa de dejar a otro de sus nietos en la buseta escolar y aún tenía pendiente dar el desayuno a dos nietas bebés y cambiarles los pañales.
Luego, iría a vigilar a los tres pequeños de su hijo Ariel, en el cuarto que él alquilaba al otro lado de la calle, en Tambor de Alajuela. Una hora antes, el padre salió hacia su trabajo, en una ebanistería.
Pero ayer, los trajines mañaneros se vieron interrumpidos por una tragedia en la que fallecieron los tres hermanitos: Jesús Adrián, Daniel Abraham y Édgar Ariel, de apellidos Palacios Espinoza y con 5, 3 y 2 años.
“Cuando me avisaron que la casa se estaba incendiando me vine corriendo y ya estaba en llamas. Me quemé (el brazo) porque yo me iba a meter en las llamas a ver si los salvaba, ¡pero eran llamaradas! Qué va, no se pudo, es que era una sola puerta”, narró ayer la mujer, rodeada de familiares y vecinos, mientras un vaso de café temblaba en su mano.
Al ver la emergencia, Mora dio gritos de auxilio y los vecinos se acercaron para intentar ayudarle. “Éramos como 20 tratando de sacarlos”, relató Otoniel Ramos.
Cuando finalmente lograron abrir la puerta, las altas llamas impedían el paso, según recordaron los lugareños.
Alexánder Solís, jefe de Ingeniería del Cuerpo de Bomberos, detalló que los niños se movilizaron dentro de la habitación pues sus cuerpos aparecieron detrás de un sillón, al otro extremo de la puerta. El hermano mayor tenía un brazo sobre los más pequeños.
Héctor Chaves, director de Bomberos, informó de que descartó que ocurriera una fuga en el cilindro o la manguera de gas, así como un cortocircuito en la instalación eléctrica o en aparatos como el televisor, la grabadora y el equipo de sonido que había en la habitación.
Los expertos comunicaron que, al parecer, el fuego se inició debido a que los niños jugaban con fósforos en una cama.
En pobreza. Los familiares y vecinos comentaron que los padres de los niños se separaron hace más de un año y, desde entonces, la madre se fue. Ayer, ella llegó al sitio, pero luego fue sacada en ambulancia.
El cuido de los niños quedó a cargo del padre, quien alquilaba un pequeño cuarto de pilas convertido en departamento con latas de zinc y gypsum , detrás de una vivienda.
Como el padre salía todos los días temprano a laborar, los niños quedaban solos por alrededor de una hora, mientras la abuela llegaba y se los llevaba a la otra casa, para cuidarlos.
La mujer contó ayer que, el domingo, la dueña de la casa en que vive le prohibió llevar a los menores, a menos que le pagaran más dinero. Ante eso, la abuela optó por cuidar a los niños en la habitación que alquilaba el papá.
Los vecinos del barrio se mostraron consternados por lo sucedido y dijeron que tanto doña Rafaela Mora como su hijo daban mucho amor a los menores. Colaboró el corresponsal Francisco Barrantes.