Buenos Aires. AP. En respetuoso silencio, quebrado solo por gritos de “justicia” y “Argentina”, una multitud marchó ayer bajo una lluvia torrencial en reclamo de respuestas sobre la misteriosa muerte del fiscal Alberto Nisman , hace un mes, y que ha causado la crisis más grave al gobierno kirchnerista en más de una década en el poder.
Con banderas argentinas y carteles blancos con las leyendas “¡Justicia!” y “¡Verdad!” escritas en negro, los manifestantes recorrieron las diez cuadras desde el Congreso hacia la plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, sede del Ejecutivo.
“Homenaje al fiscal Nisman, marcha del silencio. 18”, decía una pancarta negra con letras blancas que sostuvieron una decena de fiscales federales que convocaron la movilización por su colega fallecido. Detrás de ellos, tratando de pasar inadvertidas entre la multitud, caminaron la exesposa, las hijas y la madre del fiscal muerto.
La llamada “marcha del silencio” tuvo además réplicas en distintos puntos del país y en el exterior, como Australia, Estados Unidos, países de Europa y los vecinos Chile y Uruguay.
Expresión política. Si bien la marcha se autoproclamó “apolítica”, representó una demostración de fuerza contra el gobierno de Cristina Fernández –viuda y sucesora de Néstor Kirchner–, cuya credibilidad sufrió un fuerte impacto tras la muerte del fiscal que había presentado la denuncia más grave en su contra.
Hasta pocas horas antes de la manifestación, el Gobierno la calificó como una maniobra desestabilizadora, encabezada por miembros del Poder Judicial y corporaciones mediáticas.
“Este homenaje es mantener la transición del dolor que nos causó la muerte de un fiscal de la nación. Acompañando el sentimiento de la familia y en respeto a su memoria, les pedimos a los cientos de miles (...) un minuto de silencio”, manifestó Julio Piumato, líder del sindicato de trabajadores del Poder Judicial y único orador, a la multitud agolpada en la plaza de Mayo.
Nisman, de 51 años, fue hallado en un charco de sangre, el 18 de enero, en su apartamento.
Al día siguiente estaba prevista su presentación ante el Congreso de los detalles de su acusación de que la presidenta Cristina Fernández y altos funcionarios del Gobierno hicieron un acuerdo secreto con Irán para proteger a agentes de ese país presuntamente responsables del ataque con bomba a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), en 1994, que dejó 85 muertos.
El objetivo de la maniobra, de acuerdo con el funcionario fallecido, era el intercambio comercial de granos argentinos por petróleo iraní.
La indignación por la muerte del fiscal y contra lo que se considera un avance del poder político sobre la independencia de la justicia para asegurarse la impunidad fueron reclamos repetidos entre los que adhirieron a la marcha, entre ellos líderes de la oposición y de organizaciones sociales y religiosas.
“La muerte de Nisman me afectó muchísimo”, comentó Enrique de Vedia, de 64 años. “El gobierno tiene parte de responsabilidad de lo que sucedió. Me retrotrae a las peores épocas de nuestro país”, expresó en referencia a la violencia política de la década de 1970.
Blanca Pérez, de 81 años, sostuvo que, en su opinión, Nisman fue asesinado y el gobierno debía responder por ello.
“Si se nos va la justicia, se nos va la libertad”, sentenció.
La presidenta, quien ha negado la acusación en su contra por encubrimiento, insinuó en un comienzo que Nisman se había suicidado, pero a los pocos días se retractó y dijo que sospechaba un asesinato.
Fernández ha insinuado que Nisman fue asesinado por agentes de inteligencia inescrupulosos, en particular Antonio Jaime Stiuso , quien supuestamente supervisó una vasta operación de escuchas telefónicas antes de ser destituido por Fernández en diciembre.
Stiuso, que había colaborado con Nisman en su investigación, declaró el miércoles, según un comunicado de la oficina de la fiscal Viviana Fein, que encabeza la investigación de la muerte de Nisman. No hubo más detalles.