Al convertirse los condominios en una opción cada vez más frecuente para resolver los problemas de vivienda de familias pobres, los desarrolladores de estos proyectos han tenido que capacitar a los beneficiarios para que asuman compromisos y reglas de convivencia, los cuales van desde el número de mascotas que se pueden tener, hasta el pago de cuotas de mantenimiento.
"El vivir en condominio es cambiar la mentalidad y cambiar el chip y aceptar otro estilo de vida", advierte Yesenia Morales, coordinadora de la Unidad de Desarrollo Comunal de la Fundación Promotora de Vivienda (Fuprovi).
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