La fecha del accidente la tiene grabada; fue el 30 de enero de 2016. Andrés Gutiérrez venía de Naranjo en un entrenamiento de fondo en bicicleta y su rueda delantera rozó la trasera de un compañero, suficiente para irse al suelo.
En ese momento él no lo sabía, pero la caída iba a ser el inicio de una nueva vida en el deporte: un resurgir en los eventos Ironman. El día llegó, será este domingo 18 de junio en el 70.3 de Costa Rica, en Playas del Coco, donde por primera vez se realizará esta prestigiosa competencia.
"Cuando me caí di como dos vueltas, pegué con un estañón y luego quedé a la par de un portón de una casa. Ahí no podía ni moverme del dolor", afirma.
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Recuerda que sus compañeros lo levantaron y se fueron en taxi hacia San José para, luego, ser atendido en la clínica Católica. Las consecuencias: siete costillas quebradas, la cabeza del húmero (hombro) se le partió en tres pedazos, el brazo en cuatro y perdió un músculo del manguito rotador.
Inmediatamente lo enviaron a sala de operaciones y empezó una seguidilla de cuatro cirugías durante un periodo de año y tres meses.
La última operación fue en setiembre de 2016, cuando le pusieron una prótesis en el hombro, porque los intentos anteriores de colocar pines y platinas para pegar el hueso no funcionaron.
Con ese procedimiento, la movilidad del brazo izquierdo se vio restringida (es zurdo), ya que solamente quedó con un 35% de la capacidad total.
Ya Gutiérrez sabía que su vida había dado un giro, pero en su vocabulario no parecía haber una palabra que lo desanimara para empezar la recuperación.
"El día que llegué a Estados Unidos (para su tercera operación), me ve la asistente del doctor y me dijo que si yo hacía deporte, yo le respondí, 'sí, hago triatlón' y ella dijo: 'usted era un triatlonista'".
La respuesta de Andrés ante esa última expresión fue más para él mismo que para la enfermera: "Le dije: 'usted no me conoce'.
Casi nueve meses después de aquella anécdota está a las puertas de regresar a un medio Ironman, evento que ya ha hecho en siete ocasiones, además de sumar un Ironman completo.
"Al inicio fue bien complicado porque en el proceso de operaciones era caerse y volver a levantarse, pero yo siempre he sido muy positivo en mi vida y tenía claro que el deporte y el triatlón son mi pasión. Con una pierna, con una mano, como fuera... no iba a parar", apunta este deportista de 35 años.
La etapa de adaptación lo obligó a experimentar en la natación y el ciclismo. Ahora nada prácticamente con un brazo, porque con el izquierdo no puede hacer la brazada completa.
Andrés cuenta que lo más difícil fue mantener el balance del cuerpo en el agua, ya que al no tener la fuerza, tiende a irse hacia el otro lado.
A la bicicleta le hizo una modificación en la hidratación, ya que le es imposible agarrar la caramañola con el otro brazo, que es el que maneja. Por eso se compró un dispensador grande y lo lleva en la manivela para tomar líquido directamente.
Él cree que los objetivos solo tomaron otro matiz, pero siguen ahí, esperando a la persona competitiva que, afirma, siempre ha sido.
"Para mí las metas empiezan otra vez, es volver de cero, porque antes hacía un tiempo de 4 horas y 23 minutos, pero sé que lastimosamente no será igual ahora. Quiero ver mis tiempos e ir superándome", concluyó.
El Ironman 70.3 consiste en 1,9 kilómetros de natación, 90 de ciclismo y 21 de atletismo.