Entran al bosque para frenar la cacería y la tala ilegales, pero se encuentran con que, en muchos casos, los responsables de los delitos están organizados y armados.
“No se descarta que algunos de estos grupos tengan nexos con el narcotráfico”, se lee en el informe sobre operativos de control y vigilancia en la península de Osa, elaborado por el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinac).
“El tema se vuelve complicado porque las dimensiones del delito cambiaron. Ya no es el delito simple de gente que se mete al parque a cazar o talar, sino que en muchos casos eso está relacionado con otro tipo de delitos”, comentó Rafael Gutiérrez, director del Sinac, quien agregó: “Hay casos de grupos organizados y armados que, incluso, andan GPS y detectores”.
Por esa razón, los guardaparques se aliaron con la Fuerza Pública, el Servicio Nacional de Guardacostas, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y la Fiscalía Ambiental para emprender operativos conjuntos en el Parque Nacional Corcovado y la Reserva Forestal Golfo Dulce.
Ecosistema en peligro. Ante la alerta dada en setiembre por el Instituto Internacional de Manejo de Vida Silvestre (Icomvis-UNA) sobre la disminución de especies que son presas de felinos en Corcovado, se idearon los operativos de control.
En estos se observó que la extracción ilegal de oro en Corcovado se ve favorecida por los altos precios del mercado y la existencia de comercios en Puerto Jiménez, El Tigre, La Palma y Golfito.
Asimismo, los oreros deben adentrarse en el bosque por largos periodos y esto deriva en cacería ilegal, dado que deben proveerse de alimento. En cuanto a la tala, se identificó a una banda que corta y comercializa madera proveniente de la Reserva Forestal Golfo Dulce.
“La tala ilegal en la zona se ha incrementado por la existencia de empresas y personas inescrupulosas que adquieren madera sin importar su legalidad o procedencia”, destacó el Sinac en su informe.
Aunque este reporte se centra en Corcovado y golfo Dulce, Gutiérrez manifestó que el problema no es exclusivo de la península de Osa. Para el director del Sinac, la cacería ilegal podría estar siendo usada como distractor para ejercer actividades de narcotráfico.
Los operativos también revelaron falta de personal y equipo. “Como norma de seguridad se debe cambiar el armamento que está en manos de los guardaparques, el cual es viejo y está en malas condiciones”, dice el informe.