‘Pensé que iba a morir’: refugiada cuenta cómo le explotaron pie en protesta contra Ortega

Madre huyó hacia Costa Rica y accedió a servicios médicos de la CCSS gracias a seguro de salud como refugiada

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Catalina perdió la mitad de su pie derecho mientras se escondía en un campus universitario de la represión de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Ella dormía junto a otras personas en un aula cuando, de repente, entró por la ventana un explosivo que cayó justo encima suyo.

Esta abogada de profesión es una de las sobrevivientes de las acciones gubernamentales contra las manifestaciones ciudadanas de 2018, en Nicaragua. Es madre de dos adolescentes, a quienes en algún momento pensó que ya no iba a volver a ver, pero gracias a la seguridad social tica las logró volver a abrazar.

La profesional de 44 años es parte de las 13.000 personas refugiadas y solicitantes de refugio con algún padecimiento que han accedido a un seguro de salud mediante el convenio entre el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) y la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).

Se trata de ciudadanos que se han visto obligados a huir de sus países por sufrir violencia y persecución. Tal es el caso de Catalina, a quien el temor por la seguridad de su familia y el enojo por lo que estaba sucediendo en su país, la empujaron a unirse contra Ortega y Murillo.

Blanco de represalias

La madre comenzó a involucrarse en 2018 y convirtió su casa en un centro de ayuda improvisado para manifestantes, donde ella y otras personas entregaban alimentos y ropa, así como también cuidados de primeros auxilios. No obstante, su acto de solidaridad pronto la convirtió en blanco de represalias.

Un día, para escapar de posibles ataques y evitar poner en peligro a sus hijas, se unió a los manifestantes en el campus de una universidad cercana. Cuando era de noche y ella y otros dormían en un salón de clases, un fuerte ruido la despertó y se acercó para ver qué era.

En ese momento se percató que era un explosivo que entró por la ventana y estalló sobre ella, destruyendo la mitad de su pie derecho. “Estaba sangrando y me llevaron al hospital”, dijo.

“A una cuadra del lugar comencé a sentir frío y pensé que iba a morir. Uno de los jóvenes me decía que me mantuviera alejada de la luz. Yo solo pensaba en mis hijas”, agregó.

Cuando Catalina logró llegar a un hospital, fue operada y dada de alta muy rápidamente, ya que el personal médico temía que quienes estaban detrás del ataque pudieran localizarla.

Aun así, sus heridas requirieron un tratamiento continuo con más visitas al centro médico, por lo que durante varios meses se tiñó el cabello o se puso sombreros para evitar ser identificada y detenida.

Luego de un tiempo, comenzó a sospechar que los grupos paramilitares se estaban acercando y sintió que su única oportunidad de sobrevivir era huir de Nicaragua. Empacó algunas pertenencias y a pesar de que sus heridas estaban sin cicatrizar, logró cruzar la frontera hacia Costa Rica, completamente sola.

Aunque logró escapar del peligro, su pie todavía necesitaba sanar y ella no contaba con trabajo ni suficientes recursos para pagar un médico en territorio tico, por lo que tuvo que estar sin tratamiento durante varios meses, corriendo el riesgo de un daño mucho mayor.

En el momento en que Catalina creyó que había agotado todas las posibilidades, conoció sobre el convenio entre Acnur y la CCSS, al que logró aplicar. “Fue una bendición cuando escuché del seguro médico”, dijo.

Gracias a esto, pudo pedir asilo y reanudar el tratamiento que requería con urgencia. A medida que sus heridas físicas han sanado, también lo han hecho las cicatrices emocionales. De hecho, ahora ha vuelto a hacer lo que más le gusta: ayudar a los demás.

Es parte de una organización de nicaragüenses en Costa Rica que organiza iniciativas para brindar ayuda a las personas sin hogar y otras vulnerables en su país de acogida. “Ayudar a los demás me ayuda”, comentó.

Única salida

Acnur realizó un monitoreo entre el 19 y 25 de enero en el que identificó que un 94,8% de los refugiados y solicitantes de refugio asegurados bajo el convenio con la CCSS no habrían podido costear otro tipo de seguro médico de no ser por esta oportunidad.

De hecho, un 89,2% afirmó que no podrá costear ningún otro seguro de salud una vez que termine su plazo del convenio. No obstante, nueve de cada 10 dijeron que, por el momento, se han sentido satisfechos y muy satisfechos con los servicios brindados por la agencia y la Caja.

La mayoría ha recibido servicio de medicina general (86%), seguido por especialidad médica (27,3%), emergencias (22,4%), Odontología (14%) y Psicología (0,7%). Más de la mitad respondió que la atención ha sido excelente y que se ha centrado en los Ebáis y clínicas.

De acuerdo con Acnur, la comunicación “de boca en boca” es el principal medio por el que los migrantes se han enterado sobre la existencia del convenio, seguido por Facebook y los canales de la organización. Además, un 75% de los asegurados son nicaragüenses y venezolanos, en su mayoría mujeres jóvenes.

María José Barth Vega, oficial de salud pública en Costa Rica, subrayó que las personas que se ven obligadas a huir de sus países a menudo tienden a sufrir dolencias crónicas que requieren cuidados a largo plazo. El estrés de dejar el hogar a veces empeora sus condiciones.

“La violencia y la persecución que han sufrido las personas que se han visto obligadas a huir pueden generar problemas de salud o agravar los preexistentes. Tienen heridas y traumas que requieren atención médica urgente. El acceso efectivo a los servicios de salud es imprescindible para que puedan reconstruir sus vidas con dignidad”, explicó.

El Convenio Acnur-CCSS también adquirió especial importancia en el contexto de la pandemia, ya que se modificó el programa para que se enfocara en personas que enfrentan mayores riesgos debido al virus, como por ejemplo los adultos mayores.

Desde 2020, la CCSS ha recibido más de $5,7 millones de la organización, para continuar con el compromiso que adquirió el país en el Foro Mundial sobre Refugiados 2019, cuando prometió crear este mecanismo de aseguramiento para extranjeros con problemas de salud crónicos y que requieren tratamiento médico.

Sobreviviente de cáncer

Este martes, Acnur entregó un reconocimiento a la Caja por la labor que ha hecho en este tema y fue entregado por doña Sandra, una solicitante de refugio nicaragüense, sobreviviente de cáncer y beneficiaria del convenio, quien agradeció en nombre de sus coterráneos las virtudes de este proyecto.

Para ella, los chequeos periódicos en la CCSS son fundamentales para monitorear el estado de su sistema inmune y verificar que la enfermedad no haya regresado, ya que es una preocupación permanente.

“Yo me sentía angustiada de estar en un país nuevo, sin trabajo, y con la salud frágil. Cuando me informaron que había sido beneficiada por este seguro, eso me llenó de felicidad, de tranquilidad, de tantas cosas buenas y bonitas. Lo más importante en la vida es tener salud, y estoy muy agradecida con la Caja”, dijo la beneficiaria.