Agustín Lleida fue un ‘loco’ más en la gradería

Aquí podrá leer parte de lo que no se vio del intenso, reñido, sufrido y emocionante partido en el que Alajuelense venció 2 a 1 a Herediano. Fue el juego en el que la Liga se adueñó del superliderato

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Aunque el empate no resultaba malo para Alajuelense, en la Liga tenían la firme convicción de que el partido contra Herediano tenían que ganarlo sí o sí, como lo logró instantes antes del pitazo final.

Dentro de lo que no se vio de ese juego cargado de emociones y de lluvia, llamó la atención que Agustín Lleida literalmente fue un ‘loco’ más en la gradería.

Si el pulso con los florenses no era una tarea fácil de arranque, mucho menos se tornaba así después del minuto 55, cuando los rojinegros se quedaron con un hombre menos, con la expulsión de Leonel Moreira.

El partido se vivía con emoción y suspenso en cualquiera de las cuatro graderías del Morera Soto, que presentaron una buena cantidad de aficionados a pesar de la incesante lluvia.

Lo más probable es que esa tensión que duró 94 minutos también la experimentara cualquier aficionado que estuviese sentado frente al televisor, a la computadora, a la tablet, al celular o a la radio.

De quienes fueron al estadio, la lluvia en sí era la menor de las preocupaciones. Para eso estaban las capas, que muchos lanzaron por el aire cuando cayó esa agónica anotación de José Miguel Cubero en el minuto 90′+4.

Fue la última jugada del partido, labrada con técnica y astucia por parte de una de las verdaderas joyas del CAR: Josimar Alcócer. Aparte de ir por ese balón, el juvenil sacó el centro que en primera instancia cabeceó Johan Venegas y que ante el rechazo de Bryan Segura, apareció Cubero en el sitio preciso.

Era el gol del gane de la Liga, el que le ponía el sello al superliderato, el que desató una verdadera algarabía en el Morera Soto como no se veía desde hacía tiempo ahí.

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Todo pasaba bajo la lluvia. Albert Rudé celebró a más no poder, los hombres que estaban en cancha se volvieron locos en el festejo, al igual que los de seguían las acciones desde la banca, porque ellos corrían de un lado a otro.

Pasaba lo mismo con quienes quedaron fuera de lista, por sanción como Alexis Gamboa, por estar en recuperación como Celso Borges o porque no entraron en lista como Israel Escalante, Bayron Mora y Doryan Rodríguez.

Algunos aficionados inclusive se metieron al campo en medio de la locura. Mientras todo eso pasaba en la gramilla híbrida que no presentó ningún problema con el diluvio, en las graderías la euforia era total.

Dicho grito de gol fue un estruendo que propició más cánticos del liguismo y, ahí, desde la parte alta de la gradería este, Agustín Lleida no pasaba desapercibido.

El director deportivo de Alajuelense era un ‘loco’ más brincando, levantando el puño en señal de triunfo, abrazándose con todos los aficionados que tenía alrededor. En ese momento, todos ahí eran ‘hermanudos’, un término muy usado entre aficionados liguistas que se sienten como hermanos.

¿Qué celebran tanto? La pregunta se la hacen muchos, principalmente seguidores de otros equipos, que aún no terminan de asegurar su puesto en semifinales.

Pero a lo interno de la Liga lo saben. Querían el liderato general y acaban de conseguirlo. Fue un primer objetivo alcanzado para los rojinegros en un torneo de altos y bajos, en el que en realidad nunca han estado en crisis, pero que sí hubo un momento de tensión total.

Amarrar de forma temprana el superliderato era una forma de demostrarle a Albert Rudé que tenían los jugadores para demostrarle al español que realmente están con él, que no era buena idea aquel grito surgido desde las gradas en un par de partidos, en los que muchos pedían su salida.

También era una victoria que hacía ver de nuevo el carácter de un equipo por sacar un resultado como sea, como diera lugar, que los empujara a creer en ellos mismos, ante la adversidad, con diez hombres.

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Que Rudé se vio más enérgico de la cuenta, realmente no es algo de extrañar. Basta con recordar las 15 fotografías publicadas por La Nación que evidenciaban que vivió intensamente su debut como técnico de Alajuelense.

Si aquello ocurrió en su estreno, ¿cómo no iba a celebrar la obtención del superliderato?

Con ese triunfo todos se volvieron locos, hasta el propio Lleida, que se abrazaba con cualquier liguista que tuviera a su alrededor.

Tampoco pasó desapercibida la celebración de ‘Santi’, el hijo de Leonel Moreira, quien en varias ocasiones se ha mostrado completamente feliz de vestir la camisa de Alajuelense, apoyando a su papá, pero también a la Liga como tal.

“Este escudo vale, este escudo sí lo vale”, gritó a todo pulmón el primogénito del guardameta, mientras agitaba su camisa rojinegra y señalaba el escudo del Alajuelense en la prenda que portaba. Ni la lluvia ni la expulsión de su papá le privaron a Santiago de demostrar su pasión por los colores en el Morera Soto.

Inclusive, el pequeño pudo sentir una satisfacción, cuando se percató de que en la gradería sur, la gran mayoría de aficionados rojinegros que estaban ahí apoyaban a su papá y exteriorizaron su molestia contra con único seguidor que pasó gritándole cosas al portero de Alajuelense.

Ante eso que ocurría, esos liguistas le pedían a ese aficionado que mejor se fuera y fue la misma afición la que tranquilizó las cosas.

Pero algo que más no se vio y que fue parte del show fue cuando los equipos salían al terreno de juego para empezar el partido.

Jafet Soto apareció en la cancha del Morera Soto y las miradas del liguismo estaban puestas sobre él, sobre ese hombre que el viernes anterior había lanzado unas palabras picantes.

Caminaba sin prisa, saludaba a los aficionados, se tocaba el pecho y el corazón, levantaba las manos y siguió su andar hasta sentarse en el banquillo. Algunos le silbaban y posiblemente le gritaban cosas, pero no se dio un coro generalizado en su contra.

Él tampoco irrespetó a la afición rojinegra en ningún momento, no hizo gestos que pudieran considerarse provocadores, como sí ha pasado con integrantes de otros equipos que han visitado a la Liga.

Y lo que dijo en su comparecencia tras el partido fue cierto, al menos cuando se refirió a ese encuentro con la afición de Alajuelense.

“¿Yo ofendí a alguien? Yo no ofendí a nadie, a mí me saludan, yo saludo. A mí me enseñaron a ser educado, si a mí me saludan yo saludo y la gente me está saludando. Yo con mucho gusto me quité la gorra por respeto y saludé a la gente, eso fue lo único que hice. Yo no incité a la gente, saludé a la gente y lo hice por respeto a una gran afición, eso es todo lo que hice”, aseguró el florense.

También dijo que en ese frío y en esa lluvia, solo hizo lo que le gusta.

“Prender un estadio y que se caliente el ambiente, meterle esa adrenalina que el fútbol siempre necesita yo creo que es espectacular, eso ayuda al espectáculo, que apoyen al equipo”.

Las declaraciones que sí causaron reacción entre el liguismo fue cuando afirmó: “A mí me encanta venir y llenar el estadio y llenarles el estadio y así ellos lo han hecho con nosotros y nos han llenado el estadio, esto se está viviendo diferente, es un clásico que ha revivido en los últimos años”.

Desde que se permitió el regreso del público a los estadios, la Liga es el equipo arrastra más aficionados a sus partidos, ya sea de local o de visita.

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