Una menor de 12 años no solo asiste a clases en la escuela como las niñas de su edad.
Esta vecina de Finca San Juan de Pavas también recibe lecciones extra de matemáticas, clases de arte, música, y expresión artística, además atención psicológica y emocional, con terapias con animales, plantas y clases de cocina.
“Aquí me ayudan a estudiar en las materias en las que me va mal en la escuela y también me enseñan cosas muy bonitas de arte. También me ayudan cuando tengo un problema. Me gusta mucho venir aquí”, comentó la joven a la que no se identifica para no afectar sus derechos de imagen como menor.
Ella, junto con otros 29 niños en riesgo social en Pavas tienen como segundo hogar la Casa Camille Claudel, un proyecto conjunto del Hospital Nacional Psiquiátrico, el Ministerio de Educación Pública y la asociación Fundamentes , que busca dotar de más oportunidades a estos menores.
Esta casa, inaugurada ayer, es la segunda parte de un proyecto que se inició en el 2002 y que busca mejorar la salud mental de la población infantil y adolescente en riesgo.
Su primer proyecto, la casa Saint-Exupéry, ya beneficia a 130 niños de la zona.
“Pavas es una zona en la que se ve mucha violencia familiar y muchos niños viven en pobreza extrema. Aquí les damos atención psicológica, trabajamos con sus familias y los apoyamos en salud física, salud emocional, arte y estudios. Hasta tenemos papás aprendiendo a leer aquí”, explicó la doctora Laura Chacón, encargada del proyecto.
“Queremos que ellos se expresen, poderlos ayudar si sufren y darles las armas para salir adelante”, añadió.
Los educadores refieren a los menores que consideran en mayor riesgo social o con mayores posibilidades de desertar la escuela por problemas familiares, sociales y académicos.
Ellos visitan el centro de lunes a viernes, antes o después de ir a la escuela o el colegio. Durante tres horas reciben clases de recuperación académica y de diferentes artes, así como terapia psicológica.
En el centro trabajan dos psicólogas y una enfermera especializada en salud mental del Hospital Psiquiátrico y un maestro del Ministerio de Educación. Jóvenes universitarios también apoyan de manera voluntaria esta iniciativa.
“Es un enfoque integral. Tenemos que apoyarlos en los estudios, pero también debemos darle apoyo emocional y motivarlos con el arte para que puedan salir adelante mejor. Aquí vemos cosas básicas que van desde enseñarles hábitos de higiene y cómo compartir durante el refrigerio hasta la forma de resolver problemas y cuidar su salud emocional”, dijo Verónica Román, enfermera que trabaja en el lugar.
“Es ayudarles en el diario vivir, que puedan expresarse, que sean escuchados”, agregó.
El programa ya muestra sus primeras señales de éxito. La totalidad de los menores que asiste a este programa aprobó el curso lectivo el año pasado. “Me gusta que me ayuden a estudiar”, dijo una menor.