¿Por qué muchas personas piensan una cosa, sienten otra y terminan haciendo algo muy distinto? Para el sociólogo chileno, César Molina Varela quien desde hace 25 años trabaja en el tema de la educación emocional, esto sucede porque el ser humano no ha aprendido a vincular su raciocinio con las emociones.
Mas la fórmula para lograr esa vinculación no es nada sencilla de aplicar. Según Molina, director de la corporación chilena Senda humana , se requiere vivir un proceso de alfabetización emocional, en el que debemos aprender a identificar cada una de las emociones que se nos presentan, tomando en cuenta que estas son buenas ni malas, simplemente surgen.
El segundo paso es comprenderlas para saber cuáles son las necesidades internas que las motivan y luego, responsabilizarnos por ellas y tomar conciencia de nuestras acciones.
Sin embargo, aquí no termina el reto. Como somos seres sociales, no basta con comprender nuestras propias emociones. También debemos desarrollar la empatía para conectarnos con quienes nos rodean.
De esto habló Molina recientemente durante una conversación con La Nación mientras visitaba Costa Rica. A continuación un extracto de la entrevista.
¿Qué es exactamente educación emocional?
Es un enfoque educativo en donde lo central es comprender que el mundo emocional es la base de los procesos de aprendizaje y de transformación personal y social. Por 500 años se sobrevaloró el mundo racional. De hace unas tres décadas para acá, se habla más del mundo emocional.
Las emociones son tan importantes que incluso, la Biología y la Neurología han explicado que la primera respuesta de todo ser humano frente a un estímulo es emocional. Sentimos el miedo antes de que se presente una situación específica. Las emociones nos han permitido evolucionar como especie.
En los últimos años se ha comprobado que las personas con mejores recursos emocionales tienen más posibilidades de tener éxito en sus relaciones de pareja, en lo laboral, en todo. Incluso, se enferman menos.
¿Cómo pueden ser las emociones fuente de salud?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) más del 70% de las enfermedades no responden a causas biológicas, sino que tienen mucho que ver con estilos de vida y elementos psicosomáticos. Por ejemplo, el estrés termina debilitando el sistema inmunológico.
Para evitar todo esto, tenemos que reconocer la importancia de las emociones en nuestras vidas. Somos seres emocionales y tenemos que integrar racionalidad con emoción.
¿Qué estrategia aplicar para hacer esa vinculación?
Recordemos que las emociones son maravillosas, son neutras, ni buenas ni malas. Son un conjunto de señales internas que hablan de nuestras necesidades más profundas. Por eso, debemos hacer esa vinculación. Identificar esas emociones, comprenderlas y canalizar toda es energía emocional para llegar a la acción.
Yo no puedo inventarme emociones, tampoco negarlas. La censura emocional nos daña. Ellas vienen y si las manejamos bien, se van solitas. La idea es no quedarse pegado en alguna, sino dejarlas fluir.
Con respecto a la educación emocional en las aulas. ¿Cómo pueden las emociones mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje?
El aprendizaje depende de cómo el profesor y el estudiante manejan o interpretan el ambiente emocional en el aula. Un docente que no sepa regular su propio mundo emocional, no conectará con el mundo emocional de sus alumnos y, por lo tanto, no desarrollará buenos procesos de aprendizaje.
Si el clima en el aula es amenazante, la respuesta del niño será protegerse y no estará abierto al aprendizaje. Cuando uno tiene miedo o inseguridad, se gasta más energía en protegerse que aprender, hay menos oxigenación en el cerebro y se hacen menos conexiones neuronales. Por eso, el maestro debe generar un clima acogedor, positivo y alegre.
La educación tradicional, lamentablemente, hace todo lo contrario. ¿Cómo cambiar esto? Los docentes tienen que educarse emocionalmente.
¿Desde la perspectiva de los padres de familia, se puede aplicar esta receta con los hijos?
Para educar emocionalmente a un niño, un papá o una mamá tienen primero que educarse ellos. Si un adulto logra desarrollar estrategias en este sentido, es probable que sus hijos ofrezcan buenas respuestas adaptativas . Desde que nacen debemos enseñarles a los niños a identificar sus emociones y acompañarlos para que ellos solos puedan canalizarlas. Tenemos que estar claros que todo lo que hacemos genera consecuencias emocionales. Los niños son sumamente sensibles, ellos captan el mundo emocional de sus padres.
¿Supongo que nunca es tarde para empezar?
Para nada. A cualquier edad podemos educarnos emocionalmente. Hace un tiempo trabajamos con abuelitas chilenas. Muchas cuidaban nietos, pero querían tener su espacio para hacer cosas que a ellas les gustaba. Luego de que comprendieran sus emociones, se atrevieron a hablar con sus hijos y les explicaron que aunque amaban a los niños, también tenían sus propias necesidades. Les hicieron ver que si ellas estaban bien emocionalmente, los chicos se verían beneficiados. Fue una linda experiencia, que aplica para todo.