
Sin satélites meteorológicos, tanto los pronósticos del tiempo como el estudio del clima serían mucho más difíciles de lo que son. Sin embargo, es necesario reemplazar tales satélites de tanto en tanto, y los que los estadounidenses utilizan en la actualidad están llegando al final de sus vidas útiles. Por mala fortuna, el plan para reemplazarlos está sumido en el caos. En realidad, el Sistema Nacional de Satélites Ambientales Operacionales en Órbita Polar (Npoess por las siglas en inglés) –como se conoce al sistema de reemplazo—ha sufrido tantos retrasos y aumentos de presupuesto que su futuro entero está en duda. Si las cosas salen muy mal, datos cruciales acerca del clima podrían perderse.
Y esto no se produce por falta de previsión. A mediados de la década de 1990, se hicieron planes para una nueva generación de satélites para la observación de la Tierra, que relevarían a los que ahora están en órbita. En aquel momento, se suponía que Npoess costaría alrededor de $6.500 millones. Para el 2002, cuando se adjudicaron los principales contratos, ya la cantidad había subido a $7.000 millones. Para el 2005, se había inflado hasta alcanzar $10.000 millones y el lanzamiento del primer satélite, programado originalmente para el 2006, se había pospuesto por casi dos años.
En el 2006 se reestructuró el programa, se pospuso de nuevo (en tres a cinco años) el lanzamiento de los dos primeros satélites, se redujo el número de sensores y satélites que se había planeado y los costos habían subido hasta $12.500 millones. Para el 2008, más retrasos habían llevado la cifra a $13.950 millones y un reporte publicado por la Oficina de Rendimiento de Cuentas del Gobierno (GAO por las siglas en inglés) en junio de este año sugiere que podría aumentar hasta $15.000 millones antes de que el sistema esté concluido.
De acuerdo tanto con la GAO como con un equipo revisor independiente comisionado por la Oficina del Programa Integrado (IPO por las siglas en inglés) que administra el proyecto, la raíz de este costo era, irónicamente, un deseo de ahorrar dinero. Una directriz presidencial había ordenado al Departamento de Defensa y a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA por las siglas en inglés) que combinaran sus necesidades de datos meteorológicos en un solo programa satelital, y que estos dos organismos se unieran con la agencia espacial, NASA, para formar el IPO. Esta colaboración tripartita ha resultado efectivamente ser el monstruo que parece ser, debido a que el Departamento de Defensa y la NOAA tienen requerimientos diferentes y nadie en realidad está al mando. La tensión que esto está causando entre los dos organismos es tan grande que el reporte del equipo revisor dice que el programa no sobrevivirá si el problema no se atiende. Esto lo expresa claramente el hecho de que una de las recomendaciones para la acción es que el representante del Departamento de Defensa “asista y participe” en las reuniones del comité ejecutivo del IPO.
La revisión independiente llega a la conclusión de que el programa tiene una “probabilidad extraordinariamente baja de éxito” y que por lo tanto la continuidad de los datos del tiempo y del clima esta ahora en riesgo. Sugiere que si hay una falla en los lanzamientos –de lo que hay un 40% de posibilidad—es probable que se vaya a presentar una laguna en los datos que durará años. Aún cuando este no fuera el caso, observa, los problemas iniciales con los primeros satélites en la nueva serie podrían conducir a unvacío que duraría varios meses.
Cualquier laguna sería un asunto serio. Para hacer los datos de los nuevos satélites compatibles con los que han recogido los viejos, habría que calibrar los nuevos instrumentos en comparación con los antiguos. Eso significa que tanto satélites viejos como nuevos tendrán que estar activos al mismo tiempo. Una falla en hacer la calibración pone en riesgo la continuidad de la serie de datos, lo que vuelve menos confiables los modelos climáticos basados en aquellos datos.
Las cabezas en la Casa Blanca se están golpeando unas con otras, pero todo toma tiempo que el proyecto no tiene. Antes de que Barack Obama asumiera el poder, su equipo sugería que en lo que al presupuesto espacial concernía, ellos estaban particularmente a favor de las misiones de observación de la Tierra. Sería otra ironía que esto colapsara mientras ellos están de servicio. Traducción de Gerardo Chaves para La Nación