San Vicente, Nicoya. Después de 15 años de esfuerzo comunal, San Vicente hizo ayer realidad su sueño más ambicioso: la apertura de un museo donde el público observe las piezas nacidas de su milenaria tradición artesanal en cerámica, así como la forma en que confeccionan esos objetos de barro.
En el llamado Ecomuseo de la Artesanía Chorotega, inaugurado ayer con bailes, música y un gentío, la comunidad puso en exhibición y venta lo mejor de su producción en cerámica.
Entre los objetos que crean se hallan metates, vasijas, joyeros, tinajas, platones y otros, todos con diseños indígenas.
Allí también se mostrarán, a través de exposiciones temporales, diversos aspectos relacionados con esta tradición artesanal.
Por ejemplo, ahora se observa Herencias de barro: artesanos mayores de San Vicente : una serie de fotografías acerca de siete de los creadores con más experiencia en la comunidad: Elpidio Chavarría, Ilcia Chavarría, Mayra Grijalba Campos, Zoraida Grijalba Villafuerte, Luciano Grijalba, Carlos Grijalba Acosta y Maribel Sánchez Grijalba.
“Nuestra artesanía ha venido pasando de generación en generación desde los indígenas chorotegas hasta nosotros en la actualidad. Esta tradición la hemos mantenido a través de los materiales y los diseños”, manifestó Sánchez Grijalba.
Mucho más que exhibición. Este museo se extiende más allá de sus cuatro paredes y promueve que sus visitantes recorran los talleres de artesanía de la comunidad con el fin de que se empapen de su vivencia cotidiana, ya que el 90% de las familias de San Vicente se dedica a la artesanía.
Así, por ejemplo, la gente podría conocer a Dora Grijalba, de 70 años, quien perdió la vista en su niñez y aprendió “el arte de la cerámica” con la ayuda de sus vecinos. Esta artesana cuenta que en el pasado la gente buscaba las piezas para usarlas en la cocina; sin embargo, ahora se han convertido en objetos de decoración o colección.
También verán la destreza y disciplina de artesanos más jóvenes y herederos de esta tradición de 4.000 años como Walter Grijalba Morales, de 39 años, o Mauricio Grijalba, de 32 años.
Sin embargo, este museo no solo se dedicará a la promoción, exhibición y venta de las piezas de cerámica, sino que también propiciará que los artesanos se capaciten y investiguen diversos temas para que siga revitalizándose y siendo fiel a la tradición.
En ese espacio también le darán clases de cerámica a los niños.
Algunos problemas. La comunidad tiene la fe puesta en que este proyecto ayudará a atraer turistas nacionales y extranjeros para que las familias tengan más ganancias.
“Los artesanos son los que menos ganan por las ventas, ya que el intermediario se queda casi que con toda la ganancia; con este museo tenemos la esperanza de que la actividad se levante”, aseguró Lucina Grijalba, de 59 años.
Otro problema que enfrentan es falta de barro, principal materia prima, pues solo lo hallan en una propiedad privada, donde lo compran. Esto reduce sus ganancias.
“Ante la falta de barro, el trabajo ha caído, ahora aquí estamos viéndonos la cara unos a otros, sin trabajo por falta de material”, señaló esa artesana.
Por ahora, la comunidad espera que este sueño hecho realidad, que les tomó tantos años de esfuerzo, le permita sobresalir en Costa Rica con una oferta que privilegia la parte cultural y da a conocer algo de la naturaleza de San Vicente. De allí que se llame Ecomuseo de la Artesanía Chorotega.
Colaboró en esta información la periodista Doriam Díaz.