
Mi buen amigo don Alberto Cañas, en su columna “Chisporroteos” de hace pocos días, propina un buen regaño, rapapolvo o reprimenda a algunos periodistas de La Nación que, según él, cometieron errores lingüísticos. Y este fue el peor: “¿ Qué tan rápida es la vía rápida del Congreso?”.
A fuer de sincero tengo que reconocer que tampoco a mí me agradan expresiones como ¿Qué tan urgente es este trabajo? Sin embargo, el propio Andrés Bello las acepta (“En las oraciones interrogativas cuánto se puede resolver en qué tanto y cuán en qué tan ”. Gramática, 1156). Y el académico de la Española Manuel Seco ( Diccionario de dudas ) afirma que qué tan(to) es de uso clásico... y está vivo en varias partes de América . A pesar de todo, personalmente me desagrada ese qué tan , y la alternativa cuán me suena literaria. Mi sugerencia ha sido siempre buscar una tercera opción.
No obstante, el uso de “qué tanto” y “qué tan” es totalmente correcto . El moderno Diccionario panhispánico de dudas (que incluso cita don Alberto en su “Chisporroteos”) establece: « g) qué tan(to) . Locución adverbial equivalente, según los casos, a cuán(to) o a cómo de , que puede aparecer en oraciones interrogativas o exclamativas... Era normal en el español medieval y clásico, y hoy pervive en amplias zonas de América : ‘ ¿Qué tanto podrá desarrollarse el mercado bursátil en los próximos cinco años? ’ (Prensa [Guat.] 8.7.96); ‘¿ Qué tan sofisticado es el equipamiento técnico que usted utiliza en sus presentaciones? ’(Caras [Chile] 26.5.97); ‘ Era mi costumbre [...] la de deshojar margaritas para saber qué tanto me amaba Estefanía ’ (Paso Palinuro [Méx. 1977]); ‘ Depende de qué tan madrugador sea usted .’ (Tiempo [Col.] 7.4.97)».
Lo he dicho otras veces: Academia locuta, causa finita .