En el cuerpo de las hormigas zompopas está alojada una potente bacteria con acción antibiótica que le permite a estas combatir una plaga que ataca al hongo del cual ellas se alimentan.
Se trata de una bacteria simbiótica -del género Pseudonocardia - que ha evolucionado con las mismas hormigas durante cerca de 50 millones de años y que, hoy, convive con esta, albergándose en las cavidades de su rostro y en la parte exterior del cuerpo.
Para atacar el parásito, la hormiga frota la bacteria antibiótica -adherida a su cuerpo- contra los hongos que cultiva. Esto crea en el hongo una barrera protectora contra el parásito Escovopsis .
Después de más 10 millones de años, el antibiótico que produce esta bacteria sigue resultando muy efectivo. Aun hoy, el parásito no ha logrado desarrollar una resistencia al antibiótico de las hormigas de la tribu Attini .
Nótese que en el caso de los antibióticos usados en seres humanos, los patógenos desarrollan completa resistencia en aproximadamente 50 años, de allí la esperanza de poder imitar este mecanismo en nuevas medicinas para humanos.
El estudio de este mecanismo podría ser utilizado también para explorar la evolución de la resistencia antibiótica en la naturaleza.
La investigación fue desarrollada por el microbiólogo Cameron Currie y sus colegas de la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos. El estudio fue publicado en la revista Science.
El costarricense Adrián Pinto Tomás es uno de los científicos que colabora en el estudio. Él es de San José, estudió en la Universidad de Costa Rica, tiene 28 años de edad y trabaja en el laboratorio de Currie.
Historia completa. Estudios científicos previos revelaron en los años 70 que las hormigas Attini fueron las primeras agricultoras de la historia. Los científicos explicaron que, desde hace 50 millones de años, estos insectos utilizan las hojas que cortan para cultivar el hongo del que se alimentan.
No obstante, el nuevo estudio avanza aún más para revelar que las hormigas son tan buenas agricultoras que logran combatir al microorganismo Escovopsis que amenaza sus cultivos.
Además, la investigación logra la comprobación de cómo esta bacteria actúa hoy desde el cuerpo de las zompopas.
Según Currie, el objetivo primordial de la nueva pesquisa era profundizar sobre la relación simbiótica entre las hormigas y estas bacterias.
El científico reveló que se descubrió una clara correlación en la estructura genética de los cuatro: las hormigas, el hongo, la bacteria con la que produce su antibiótico y también el parásito dañino.
Esta simbiosis cuadripartita es una relación de dependencia que puede corroborarse a través de la 'genealogía' de las especies.
"Encontramos la evidencia de que las hormigas realmente necesitan a las bacterias para ser exitosas", dijo el microbiólogo.
"El segundo objetivo era buscar evidencia de que la relación simbiótica entre las hormigas y la bacteria es antiguo y lo logramos. El análisis de la estructura genética evidenció la relación directa de esta bacteria con las hormigas y con el hongo que estas cultivan.
Además, determinó que este vínculo supera los diez millones de años, agregó el especialista.