A 10 meses de irse este Gobierno, su mayor impulso a los sectores de ciencia y tecnología se reduce a un préstamo por $35 millones para fomento de esas áreas que aún no se puede utilizar.
Suscrito en abril, el contrato del crédito declara que los fondos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) impulsarán la graduación de profesionales en áreas de alta tecnología y proyectos de innovación empresarial.
A cuatro meses de la firma, este estímulo en sectores clave para la economía y competitividad se encamina apenas a recibir primer debate legislativo. La iniciativa se sitúa luego del puesto 100 en la agenda de proyectos del plenario.
Así, el préstamo espera detrás de proyectos como el de fecundación in vitro y el de investigación biomédica, cuyas discusiones podrían consumir varios meses.
La presidenta Laura Chinchilla, quien desde el inicio de su gestión prometió apoyo a estos sectores, recordó que el acceso a tecnologías de información, “es la esperanza para el desarrollo y evolución de la humanidad; para cerrar brechas cognitivas y sociales que por siglos han golpeado a la humanidad”.
Chinchilla lo dijo el martes en la Cumbre Mundial de Juventud BYND 2015. Aun así, analistas consultados por La Nación descalifican el papel oficial a la fecha.
Ellos coinciden en que, si el mayor logro de este Gobierno en ciencia y tecnología es un préstamo externo aún pendiente, esto evidencia el desdén oficial y económico en sectores siempre en boca de los políticos, pero, en la realidad, no es donde se invierte dinero nacional.
Las cifras oficiales lo reflejan. En esta administración el gasto interno en investigación y desarrollo ha sido de 0,5% del producto interno bruto según el índice global de innovación del 2013 , una cantidad equivalente a $224,5 millones.
Comparativamente hablando, esta suma solo alcanzaría para construir los cinco kilómetros de obras de Circunvalación Norte y, los pasos a desnivel al pie de la Pozuelo, entre La Uruca y Heredia.
Otra observación de los analistas entrevistados es que el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt) no ha tenido escaso peso en la definición de prioridades en ambas áreas, pues los últimos años ha recibido casi “boronas” del Presupuesto Nacional (del que nunca obtiene más del 0,2%).
Clotilde Fonseca, exministra de la cartera, lo denunció cuando dejó el cargo en febrero del 2011 antes de cumplir un año en él. En su carta de salida, se quejó de haber recibido un despacho “con un presupuesto excesivamente limitado”.
Cabe explicar, eso sí, que este año, la cartera tuvo un repunte de fondos, pero solo por asumir el Viceministerio de Telecomunicaciones. Para el 2014, su horizonte económico se empequeñece otra vez.
El Micitt recibiría ¢8.468 millones; 0,13% del Presupuesto Nacional de ¢6.649.338 millones señala el proyecto de ley del 2014. Eso supone un recorte del 28% de fondos para el Micitt, ya que en el 2013 se incluyó dinero para una indemnización al ICE que se hizo solo una vez.
Catalizador sin pólvora. El ministro actual, Alejandro Cruz, también lamenta las carencias.
Cruz evidencia su escasez al recordar, como acierto de su administración, que este año se repartió todo el dinero asignado al fondo Propyme de estímulo a la innovación en la pequeña y mediana empresa.
Según él, a diferencia de otros años, los recursos llegaron a más de 100 pymes, pero se quedaron “cortos” pues la demanda de fondos ascendía a ¢3.200 millones frente a una oferta de solo ¢600 millones.
“Aunque políticos y administraciones dicen que ciencia, tecnología e innovación son importantes y aparecen en los discursos, en la realidad no es así. Es un problema de actitud de los políticos a estos sectores. Diría que es el problema crónico”, resume Wálter Fernández, presidente del Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit).
Otro ejemplo es la propuesta Estrategia Siglo XXI de crear una plataforma de impulso a estos sectores. Con el diagnóstico escrito hace años y las propuestas allí identificadas, aun así, se avanzó poco.
“Como había poca colaboración institucional y conciencia del valor de estos pilares, unas 200 personas de la academia impulsamos un movimiento para evidenciar limitaciones, necesidades y cómo articular respuestas. Lo hicimos, pero el proceso no permeó a la esfera política”, sentencia Gabriel Macaya, presidente de la Academia Nacional de las Ciencias. Colaboraron: Aarón Sequeira y Monserrath Vargas.