Diego Arguedas O.
Durante los últimos dos años, el personal voluntario del Cuerpo de Bomberos aportó a la institución más de un millón de horas de servicio.
Sin embargo, pese a la contribución que hacen más de 1.000 voluntarios en todo el país, la entidad no planifica su planilla permanente con base en ellos: haya muchos o pocos dispuestos a donar su tiempo, esa institución debe contratar suficiente personal fijo para responder en cualquier momento.
“Si en una estación tenemos cinco permanentes y llegan cinco voluntarios extras para atender una emergencia, es buenísimo. Pero si hay un incendio a las 10 a. m., cuando están en sus trabajos regulares, igual tenemos que poder responder”, apuntó Maricela Salas, directora de prensa de Bomberos.
Eso no los hace menos relevantes que los permanentes en el día a día. Los bomberos voluntarios pasan por un proceso de capacitación para poder trabajar como cualquier otro, en caso de ser necesario, y deben aportar al menos 40 horas de servicio por mes, que incluyen guardias, reuniones, maniobras y capacitación.
“En la práctica, son uno más de nosotros. Usted en un incendio no va a poder distinguir a un permanente de un voluntario”, comentó Héctor Chaves, director del Cuerpo de Bomberos.
El año pasado, los voluntarios fueron 1.039 entre personal operativo, integrantes de la banda –que en su mayoría son adolescentes– y reservistas.
Este cuerpo complementa el trabajo que realizan los 663 bomberos asalariados, quienes promedian 84 horas de servicio semanales, repartidos en turnos de 24 horas seguidas de trabajo y 24 horas de descanso.
Inversión. A cada voluntario, la institución le provee equipo completo de protección, capacitación, uniformes, seguro de accidentes (gastos médicos e incapacidad) y seguro de vida.
Solo para dotar de equipo a cada uno de ellos, la entidad debe hacer una inversión de ¢1.500.000 por voluntario. Por eso, y porque en el campo cada bombero confía su vida al compañero, es vital el compromiso que tenga cada uno con la tarea encomendada.
Una de las previsiones más importantes para las jefaturas son los seguros de accidentes y de vida con que cuenta cada bombero, sea voluntario o permanente.
Héctor Chaves sostiene que es lo mínimo que pueden hacer para corresponder a la entrega que hacen los voluntarios.
En marzo de este año, Andrés Cruz, de 31 años, perdió la vida en un incendio forestal en Turrubares, y su familia recibió la póliza de parte del Cuerpo de Bomberos.