“Hola, guapo, te mando mi número de teléfono. Venga y experimenta de todo. ¿Qué te gustaría hacer?”, escribió un hombre por medio del chat de Facebook a quien, estaba seguro, era un niño de 12 años.
Lo que desconocía el sujeto, que se identificó como Wilberth Hidalgo, era que el papá del menor era el que administraba ese perfil en la red social y que, poco después, lo denunciaría por tratar de seducir a su hijo.
Ese hecho, ocurrido a principios de este mes, es un ejemplo de cómo la violencia sexual acecha más a los menores costarricenses por medio de la Internet, indicó el Patronato Nacional de la Infancia (PANI).
Un 33% de la violencia en contra de niños y adolescentes se produce mediante sitios web, sobre todo en redes sociales, señaló una encuesta hecha en 2015 por el PANI y el Instituto de Estudios Sociales en Población de la Universidad Nacional (Idespo-UNA).
Este tipo de agresión no es de golpes, sino que más bien está enfocada en un aspecto sexual, indicó el Patronato. Es decir, el matonismo pasa a un segundo plano.
Por otro lado, el 23% de la violencia se genera en las casas de los menores y otro 21% en espacios públicos.
“Se tiene una creencia de que en el hogar es donde más peligro hay, pero el mundo cambia. La tecnología beneficia y también perjudica”, aseguró Ana Teresa León, presidenta del PANI.
Acercamiento ilegal. Lo peligroso de la Internet es lo anónima que es, destacó León, al señalar que los pedófilos aprovechan esa condición de incógnito para hablar, hacer amistades y hasta encontrarse con los niños y jóvenes. La preocupación del Patronato se acentúa porque, según el estudio, el segundo uso que le dan los menores a la Internet es para hacerse perfiles en las redes sociales, plataformas que suelen usar los pederastas.
“Facebook, que es como de las más conocidas, tiene una condición a nivel internacional: solo adolescentes mayores a 13 años pueden usarlo, pero eso no se cumple. Si un niño de 10 años tiene un celular inteligente, va a tener Facebook”, aseguró León.
Especificó que las situaciones que más combaten son el grooming (cuando adultos invitan o seducen a niños y adolescentes vía Internet) y el sexting (enviar fotografías o videos sexuales a menores).
“Eso es una total violación a los derechos humanos de los menores. Además, como no se sabe de dónde salen o para dónde van las cosas en Internet, nos es muy difícil lidiar con esto.
”El acceso a los sitios web donde se dan esas situaciones es muy difícil y se requiere de esfuerzos internacionales para dar con los sospechosos de cometer esos delitos”, destacó la funcionaria.
Reconoció que existen pocas denuncias en el país sobre este tipo de delitos, lo cual no les permite actuar por completo.
“Muchas veces, la familia no dice nada ante las autoridades porque están obteniendo un beneficio económico de esta actividad ilegal. Otras veces es porque no se han enterado, pero estas son las menos”, lamentó León.