Para el criminólogo Gerardo Castaing, los disparos en una persecución policial deben ser la última opción, ya que se requiere un gran entrenamiento para evitar la muerte de personas ajenas al caso o de los propios implicados.
Afirmó que no todos los policías de la Fuerza Pública y de otros cuerpos policiales están entrenados para hacer disparos desde un vehículo y contra objetivos en movimiento.
Dijo que en algunas persecuciones que hace la Policía últimamente, ha habido mucha suerte de que no pase a más.
Manifestó que los vehículos de la Policía no son especiales para persecuciones; se pueden volcar en cualquier momento.
Otro riesgo es que, al ser la persecución un acto violento, a veces con sirenas y luces, los delincuentes pueden perder el control de la moto o el carro que conducen y causar lesiones graves o la muerte por atropello a terceros.
Generalmente, en estas acciones hay armas de fuego en manos de sospechosos y de policías, por lo que disparar en una situación de esas es extremadamente delicado.
Lo anterior, porque el proyectil toma una ruta definida según el momento del disparo y, si falla el objetivo, puede alcanzar a otra persona.
Recordó que el entrenamiento para esos casos lo tienen cuerpos exclusivos como el Servicio Especial de Respuesta Táctica (SERT).
Para él, en un caso de esos es preferible hacer cierres de carretera, que ofrecen menos riesgo para los ciudadanos.
La razón, dijo, es que en una persecución hay una serie de alteraciones emocionales que podrían hacer que un chofer huya de un retén solo porque olvidó la licencia y, al ver que lo siguen, puede ocasionar un accidente mortal.