El robo de 7 Picaritas en una pulpería en El Bosque de San Rafael de Oreamuno de Cartago tiene en la cárcel a Brallan Calderón Solano, de 21 años, durante tres años y cuatro meses.
Él fue condenado el 26 de setiembre del 2013 por el Tribunal de Flagrancia de Cartago, al aceptar los cargos por recomendación de su defensora pública, Jennifer Palma.
En una entrevista con La Nación , en la cárcel La Marina de San Carlos, dijo que se declaró culpable pensando en que se llegaría a un arreglo con la dueña del comercio, quien quería conciliar. Actualmente, lleva un año descontando pena.
“Por esas miserables 7 Picaritas estoy aquí preso. No hubo violencia, con la contraparte siempre me llevé bien y, si yo hubiera sido el culpable, yo me arrepiento, pero yo a la defensora le dije que yo no había sido”, expresó el recluso.
Los hechos. Según la Fiscalía, el 20 de setiembre del 2013, a la 1:24 a. m., una vecina avisó a la Policía de que había tres sujetos intentando entrar a la pulpería El Morenito. Cuando la Policía llegó, tres jóvenes cruzaban la calle.
Al abordarlos, se identificó a Brallan, quien tenía 7 Picaritas en su maletín, así como a dos menores de edad, quienes llevaban un palo de escoba y 9 paquetes de frituras.
Los policías revisaron la pulpería y observaron que había un cedazo desprendido de una ventana, por lo que detuvieron a los jóvenes y los presentaron a la Fiscalía.
Brallan aseguró que él venía saliendo de la casa de su novia, cuando llegó la Policía y lo que le decomisaron era suyo.
No fue posible conocer el estado de la causa penal contra los otros menores.
En el caso de Brallan Calderón, los fiscales Rogelio Vargas y Floribeth Mora plantearon una acusación por tentativa de robo agravado.
En la audiencia inicial, del 26 de setiembre, la fiscala Mora explicó al juez Wílberth Montenegro que hubo otros productos sustraídos que no se pudieron recuperar, pero no se podía acreditar que ellos tres los sustrajeron.
Ante esa explicación, el juez expuso que la acusación por tentativa de robo se contradecía con lo que la fiscala estaba manifestando, ya que al haber producto sin recuperar, pudo darse un robo agravado consumado y no tentado o, eventualmente, un hurto simple, si ellos solo tomaron el producto.
La fiscala Mora reformuló la acusación por el delito de robo agravado, por lo cual, el juez rechazó la conciliación que pretendían las partes, para que se pagaran ¢90.000 por los daños. La defensora Jennifer Palma no se opuso a la recalificación y recomendó al imputado que se declarara culpable.
La dueña de la pulpería manifestó en la audiencia que su único interés era que la dejaran tranquila, pero que quería darle una oportunidad a Brallan, ya que él y su esposa son clientes suyos.
Las partes propusieron al juez un procedimiento abreviado, en el cual Brallan aceptó los hechos y renunció a la posibilidad de demostrar su inocencia en juicio.
Condena. Ese mismo día, el Tribunal, integrado por otra jueza, Astrid Jiménez, lo condenó a tres años y cuatro meses de prisión. Ella argumentó que aunque el perjuicio no fue tan grave, la pena era proporcional.
Marta Iris Muñoz, directora de la Defensa Pública, respaldó la condena por el robo agravado, pues señaló que hubo “ruptura de la puerta de un negocio comercial. Los jueces no aceptaron la conciliación porque es delito consumado con pena de 5 a 15 años de prisión y con participación de tres jóvenes.
”Y podría ser más reprochable porque al imputado se le puede atribuir el hacerse acompañar de menores para ejecutar el hecho. Los detuvieron prácticamente saliendo del negocio. No solo arrancaron parte de la puerta del frente, sino otra puerta metálica que había puesto la dueña por múltiples robos”, apuntó Marta Iris Muñoz. Colaboró el corresponsal Édgar Chinchilla.