Hace cuatro meses, varios sujetos asaltaron la farmacia La Bomba en Guayabos de Curridabat. Esa vez, dos empleadas, entre ellas Rosberly Córdoba Murillo, recibieron patadas de parte de los individuos, para que revelaran dónde estaba la caja fuerte.
El episodio se repitió este miércoles, a las 4 p. m., pero ahora no hubo golpes, sino un balazo directo a la parte posterior de la cabeza, mientras la víctima estaba hincada. El capítulo se cerró para la joven madre, quien enfrentaba, por segunda vez, un asalto al local, en donde trabajaba desde hace seis meses.
Al otro lado de la ciudad, en una alameda de Hatillo 8, San José, Santiago lloraba sin razón, al punto de que se orinó en sus pantalones. Eran las 5 p. m. Su abuelita, María Eugenia Murillo, le cambió el pañal al menor de tres años, mientras lo tranquilizaba. Luego entendió el porqué del desconsuelo.
La noticia estaba a punto de llegar a la familia.
“Mi mamá se dio cuenta de lo que pasó porque unas compañeras del trabajo (de Rosberly) llegaron a la casa a contarle. Ella me llamó para avisarme lo que había pasado. Ha sido sumamente difícil”, contó Hazel Córdoba, la hermana mayor.
“¿Mamá Ross?”, preguntó Santi a su abuela cuando llegaron a avisarle sobre la muerte. “Sí, papi. No le quise decir nada porque no estaba preparada. Él presintió la muerte de la mamá”, recordó la abuela.
Santiago ha preguntado dos veces por ella. Alrededor del árbol de Navidad, en las paredes de la casa, cuelgan dos botas navideñas vacías, con sus nombres escarchados : Ross y Santi.
“Me llamó (el miércoles) a la hora del almuerzo para decirme que me quería mucho y que debía regresar a trabajar. Todos los días me llamaba para decirme eso”, recordó María Eugenia, sentada en el sillón de la casa que sus hijas acababan de comprar hace menos de un año y que están pagando.
Por ahora, el OIJ no ha revelado mayores indicios de quiénes serían los tres asaltantes, que llegaron a bordo de una misma motocicleta a la botica.
Los hechos quedaron registrados en las cámaras de vigilancia del local. Un sujeto aguardaba afuera, otro apuntaba a la joven administradora, mientras el otro iba por el dinero. Sin embargo, no pudieron llegar a la caja fuerte y apenas se llevaron lo que había en la caja registradora, detalló Marisel Rodríguez, vocera de la Policía Judicial.
“¡Qué inconscientes son! ¿No saben que ellos también nacieron de una mujer? Me quitaron a mi hija de manera tan cobarde, tan sucia, tan cruel, sin saber que dejaba ella un hijo, por unos cochinos pesos y quizás no se pudieron llevar nada. Mi hija pagó los platos rotos”, lamentó la madre.
Temores. Este año, la cadena de farmacias La Bomba ha sido asaltada en seis ocasiones, según datos del OIJ.
Dos hechos ocurrieron en Guayabos, dos más en Zapote, uno en las oficinas centrales en San Pedro y otro en Curridabat.
Apenas hace quince días, hubo dos asaltos en el local de Zapote. Fueron dos días seguidos. En el primero se llevaron unos ¢15 millones en efectivo y al día siguiente aproximadamente ¢500.000. Ayer se pidió el monto de cuánto le han robado a estas farmacias este año, pero el OIJ no suministró la información.
“Ross tenía mucho miedo. Desde el primer asalto que vivió, tenía mucho temor. Cuando la pusieron como administradora tenía más temor. Cuando regresaba a la casa, era un alivio verla entrar. Este lunes, me había dicho que le ayudara a hacer rótulos que dijeran que el administrador no portaba la llave de la caja fuerte, pero no dio chance”, recordó Hazel.
La hermana aseguró que se avecina un tiempo difícil para ella. “Me toca hacerles frente a los gastos de la casa, yo sola”, dice, junto a su madre, su hijo de casi dos años, y Santiago.
Según cuenta, los mensajes de apoyo no cesan. “Hemos recibido mensajes de indignación, condolencias, de que están con nosotros y están preocupados por la situación que se vive en el país”, afirmó.