
El costarricense Gonzalo Anthony Quiñones Ulloa escapó de la justicia estadounidense por consejo de sus abogados, según reconoció durante una entrevista concedida a La Nación.
El tico, quien figura en la lista de prófugos buscados por el Buró Federal de Investigación (FBI) de Washington, es requerido por un jurado federal de la Corte de Distrito de Middle, Florida.
Allí le achacan 10 cargos por fraude electrónico y fraude por correo, caso relacionado con ventas de computadoras que le significaron una ganancia de $1,8 millones.
También es requerido por la oficina del sheriff de Pinellas County (Largo, Florida) bajo el cargo de actos lascivos contra una menor de edad.
Quiñones, a quien el FBI considera una persona “armada y peligrosa”, aseguró ser inocente de todos los cargos y achacó a problemas financieros el incumplimiento de la entrega de los equipos de cómputo.
El tico era propietario de una empresa distribuidora de computadoras en Seminole, Florida.
De acuerdo con la acusación, entre marzo y octubre de 1999 dejó a más de 250 clientes sin recibir las máquinas que compraron mediante Internet.
Descargo. “Mi empresa llegó a movilizar $7.000.000 en ventas. Ahora se habla de los que no recibieron sus equipos, cuando yo tenía a otros 900 clientes satisfechos”, puntualizó Quiñones.
El empresario –experto en artes marciales– responsabilizó a su contador por la sustracción de más de $3.000.000 de sus cuentas.
También habló de una conocida casa de subastas mediante Internet que, al cancelar el permiso para comercializar ahí las computadoras, afectó su compañía
“Todo eso me arruinó; me llevó a la bancarrota. ¿Cómo iba a cumplir con los compromisos si no tenía con qué hacerlo?
“Pedí explicaciones al contador (por la desaparición del dinero), pero me dijo que necesitaba revisar cuentas y pedir documentación a los bancos; que eso iba a tomar su tiempo. Intenté explicárselo al FBI, pero me dijeron que no tenían nada que hablar conmigo”, relató.
Las autoridades del Estado de Florida ordenaron su arresto el 23 de octubre del 2000. El tico pasó 16 días en prisión, hasta que un juez federal le concedió la libertad. “Le pedí que me dejara libre por mis hijos. Necesitaba un trabajo para arreglar mi vida. El juez me dejó salir sin fianza.
“Tenía detrás mío a Migración y al FBI. Me advirtieron que, una vez cumplida la condena, me enviarían a este país. Yo salí de Costa Rica cuando tenía dos años de edad; no conocía nada”, dijo.
Su situación se complicó cuando una joven de 14 años lo denunció por un supuesto abuso sexual. Eso, según Quiñones, nunca se comprobó por medios científicos. De ese cargo dijo ser inocente.
Escape. Gonzalo Quiñones se vino en avión para Costa Rica. Aprovechó que en su contra no existía impedimento de salida.
“Mis abogados me recomendaron que pusiera mi casa en orden; que me viniera para Costa Rica.
“Mis parientes costarricenses me dieron la espalda. Aquí estuve cerca de matarme. En siete años no he visto a mis hijos ni sé nada de ellos. Nunca existió un fraude, sino una mala situación financiera. De este país nadie me va a sacar; tendrían que hacerlo en una bolsa plástica (muerto). Yo no cometí ningún delito. Ser prófugo de los Estados Unidos es una carga muy pesada”, expresó.