
Esparza, Puntarenas. Un chofer ebrio y con la licencia vencida dejó postradas en una cama a una madre y a su hija, quienes sufrieron múltiples fracturas al ser atropelladas, la tarde del 24 de diciembre, cuando se dirigían a un rezo en Esparza.
Debido a la situación de ambas, el jefe de la familia, Francisco Flores Jarquín, quien se gana la vida “en lo que aparezca”, dejó de trabajar para cuidarlas.
Ahora, no dispone de dinero para la compra de alimentos, medicinas y otras necesidades familiares.
Las víctimas, Jenny Elvira Vega Mora –de 33 años– y su hija, Jersy Isabel Flores Mora, de 5, deben ser asistidas las 24 horas para bañarse, comer, cambiarse de ropa e incluso ir al sanitario.
“Los vecinos son extraordinarios; nos traen comida, limpian la casa, lavan ropa, en fin, no nos han abandonado”, manifestó Flores quien, pese a ello, reconoció que “hay días en los que es triste vivir así. Todos sufren necesidades”.
La situación de Vega y su hija es aún más penosa porque permanecen acostadas en camas que carecen de colchones especiales, lo cual les provoca ampollas y quemaduras en espalda, brazos y piernas.
Además, la casa donde viven es pequeña y el techo es de zinc, sin cielorraso. Durante el día soportan elevadas temperaturas, características de poblados puntarenenses.
“Yo ocupo que ustedes me ayuden con un colchón de agua… Es que por este colchón yo no dejo dormir a mi papito ni a mi mamita, porque por el calor yo les pido que me prendan el abanico y cuando hace frío que me lo apaguen. Durante el día este colchón me quema toda, es muy caliente”, expresó la niña.
A las dos mujeres las atropellaron al ser la 1 p. m. del 24 de diciembre, a pocos metros de su casa, por un auto que venía zigzagueando.
También golpeó a otros dos miembros de la familia, de 14 y 3 años, quienes sufrieron golpes pero fueron dados de alta.
La peor parte la llevaron Jenny Elvira Vega y su hija Jersy Flores, quienes fueron a caer a varios metros de distancia. Según reportes médicos, las dos sufrieron múltiples fracturas en piernas, cadera y pelvis, entre otras graves lesiones.
“Yo caí en un potrero, como a 20 metros y solo Dios sabe cómo sigo viva. Mi chiquita sigue mal, está triste y pasa acostadita todo el día... con los calores que hacen, sin poder ir al baño ni nada”, afirmó la madre.
Conductor temerario. El auto, un Honda Civic, era conducido por un hombre de apellido Miranda, oficinista alajuelense, de 37 años.
De acuerdo con informes de la Policía de Tránsito, se encontraba “en estado de ebriedad”.
La prueba de alcoholemia que le practicaron ese día reveló que tenía 1,45 grados de alcohol en la sangre, cuando lo permitido es 0,49 grados.
Miranda, casado, padre de una niña de tres años, no portaba su licencia de conducir.
Su automóvil, además, circulaba sin placas y tenía la revisión técnica vencida, precisaron fuentes de la Policía del Tránsito.
Las autoridades estiman que el atropello múltiple se produjo debido a “imprudencia” y, posiblemente, exceso de velocidad.
Miranda fue remitido aquella tarde al Juzgado de Tránsito de Puntarenas, pero tras ser indagado lo dejaron libre.
Enfrenta una causa penal por el delito de lesiones.
Hasta ayer no se había acercado a las víctimas para ofrecerles algún tipo de ayuda. “Nosotros no lo conocemos, por aquí no ha llegado. Sería bueno que viera cómo estamos de mal y el daño que nos hizo”, dijo Francisco Flores.
De acuerdo con registros del Consejo Nacional de Vialidad (Conavi), entre 1999 y el 2006 los tráficos han multado a Miranda en 11 ocasiones. Entre otras infracciones, también por exceso de velocidad y candar sin licencia.