
En la historia de los premios Oscar, solo Steven Spielberg ha recibido más agradecimientos por parte de los ganadores que Harvey Weinstein; el tercer lugar en ese podio lo ocupa Dios.
Hasta el pasado miércoles 4 de octubre, el nombre de Harvey Weinstein era un magnate de Hollywood; uno de los pesos más pesados en el mundo del espectáculo, aún si su fama estaba reservada para detrás de las cámaras.
Era el co-fundador de Miramax y de The Weinstein Company, responsables de la producción y distribución de una inagotable lista de películas que resultaron ser éxitos en la taquilla y en la crítica, como Pulp Fiction, El paciente inglés, Shakespeare enamorado y El discurso del Rey. Era una figura influyente en la cultura y la política de Estados Unidos; fue uno de los principales donantes del Partido Demócrata durante las campañas de Barack Obama y Hillary Clinton.
A su ojo y su billetera se le acredita abrir la puerta a una seguidilla de directores, actores y actrices que, durante el último par de décadas, se han convertido en luminarias del entretenimiento. Ha ganado siete premios Tony por la producción de varios musicales y obras de teatro de Broadway, y acumula más de 300 nominaciones en los premios Oscar.
Eso era, hasta el pasado 4 de octubre, Harvey Weinstein.
Hoy, Harvey Weinstein es un paria.
El 5 de octubre, el periódico The New York Times publicó un reportaje en el que se revelaba lo que, aparentemente, fue un secreto a voces en Hollywood durante décadas: que Weinstein se había valido de su posición de poder para acosar y abusar sexualmente de varias mujeres, a muchas de las cuales habría pagado para que guardaran silencio.
Solo días más tarde, en la revista The New Yorker apareció un reportaje aún más incendiario: después de una investigación de más de 10 meses, el periodista Ronan Farrow –hijo de la actriz Mia Farrow y el cineasta Woody Allen– reveló testimonios de 13 mujeres que aseguran que fueron acosadas o atacadas por Weinstein.

Además, tres mujeres fueron más allá y dijeron que Weistein las había violado, agregando que el productor las había forzado a dar y recibir sexo oral, y que las había penetrado vaginalmente de forma forzosa y sin su consentimiento. Testimonios de cuatro mujeres dicen que Weistein las tocó de forma forzosa; otras cuatro dijeron que Weistein se expuso o se masturbó frente a ellas.
El efecto Weinstein
Si usted ha ido al cine a ver una película producida en Hollywood, es casi seguro que usted ha visto el trabajo de Harvey Weinstein.
De 65 años de edad, comenzó a producir películas en los años setenta, junto a su hermano Bob. Junto fundaron, en 1979, la compañía Miramax, cuyo nombre es un homenaje a sus padres, Miriam y Maz. Los hermanos Weinstein vendieron el estudio a Disney en 1993 y, en el 2005, formaron The Weinstein Company.
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En diciembre del 2007, Weinstein contrajo matrimonio con la modelo y fundador de Marchesa –marca de alta costura– Georgina Chapman, con quien tiene una hija –India, de siete años– y un hijo –Dashiell, de cuatro–. Weinstein tiene otras tres hijas –de 22, 19 y 14 años– de su matrimonio previo con Eve Chilston.

“Tengo el corazón roto por todas las mujeres que han padecido un tremendo dolor por las acciones inexcusables (de Weinstein)”, expresó, a través de un comunicado, Chapman, quien decidió separarse de su esposo una vez que las acusaciones se hicieron públicas.
No es la única réplica inmediata que han tenido las acusaciones: Weinstein fue despedido de su propia compañía. La Academia Británica de Artes de Cine y Televisión suspendió su membresía.
La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos –responsable de entregar los Premios Oscar– analizará en los próximos días su vínculo con el productor, además de emitir un comunicado en el que se repudian sus acciones. La academia dijo que el comportamiento de Weinstein había sido “repugnante, aborrecible y antiético”.
El Rey Midas de Hollywood se ha quedado sin amigos.
Protección y colapso
Amigos, según parece, son los que le sobraron a Weinstein a lo largo de su carrera; amigos que lograron proteger su imagen y su reputación.
“Por más de 20 años, Weinstein ha estado rodeado por rumores de acoso y abuso”, escribió Farrow en The New Yorker . “Esto ha sido un secreto hablado en Hollywood y más allá, pero previos intentos de investigar y publicar esta historia resultaron ser insuficientes por falta de evidencia. Muy poca gente estaba dispuesta a hablar, mucho menos permitir que un reportero utilizara sus nombres; Weinstein y sus asociados se valieron de acuerdos de confidencialidad, pagos y amenazas legales para suprimir estas numerosas historias”.

El propio Farrow debió enfrentarse a un muro de indiferencia: su reportaje comenzó como una investigación para la cadena televisiva NBC, que rechazó su publicación, pese a los numerosos testimonios y otras evidencias que terminar publicándose en la revista neoyorquina. Esto levantó sospechas sobre la protección que los medios estadounidenses brindan a figuras como Weinstein: los ricos y poderosos de Hollywood.
La posición política de Weinstein ha puesto en perspectiva a los sectores más liberales de Estados Unidos. La derecha republicana, cuyas figuras de poder han sido acusadas por causas similares –desde Bill O’Reilly y Roger Ailes hasta el propio presidente Donald Trump– no han dudado en calificar al sector liberal de hipócrita. Mientras tanto, miembros del Partido Demócrata se han distanciado públicamente de Weinstein.
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“Cualquier hombre que menosprecie y degrade a las mujeres de esa forma necesita ser condenado y responsabilizado, sin importar su estatus social y económico”, dijo Barack Obama a través de un comunicado, Hillary Clinton, por su parte, advirtió que comportamiento como el de Weinstein no puede ser tolerado.
Réplicas
En una entrevista con la BBC , la actriz británica Emma Thompson dijo este jueves que el acoso es endémico en Hollywood, y advirtió que el caso de Weinstein es apenas la punta del témpano de hielo. “Weinstein está en la cima de la escalera de un sistema de acoso, denigración y matonismo”.
Si bien solo el tiempo dirá si el caso de Weinstein logra un efecto sísmico en Hollywood, ya el ojo público se ha colocado sobre otros casos sospechosos en el entretenimiento. Ben Affleck –quien dijo sentirse triste y molesto por las acusaciones contra Weinstein– fue señalado por haber tocado un pecho de la actriz Hilarie Burton sin su consentimiento, años atrás, en el programa de MTV Total Request Live –Affleck ofreció una disculpa el mismo jueves–. Además, el actor Terry Crews contó, a través de sus redes sociales, un incidente ocurrido el año pasado, cuando un alto ejecutivo de la industria del cine lo tocó de forma indebida.

“Comprendo y empatizo con quienes han permanecido en silencio”, escribió Crews. “Pero Harvey Weinstein no es el único (supuesto) criminal. Espero que mi historia sirva para alentar a quienes se sienten desesperanzados”.
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La mañana de este jueves, encarado por fotógrafos y reporteros fuera de la casa de una de sus hijas en Los Ángeles, Weinstein dijo no estar en buen estado. “No estoy bien, necesito ayuda”. Dijo que estaba recibiendo tratamiento en un centro de rehabilitación en Arizona. También pidió a los fotógrafos que por favor no lo siguieran.
“Por favor”.
En el reportaje de The New Yorker se incluye un audio en el que se escucha a Weinstein presionando a la modelo italiano-filipina, Ambra Battilana Gutiérrez, para que lo acompañara a su habitación; también admite haberla tocado, un comportamiento al que admite estar acostumbrado.
Curiosamente, como delata la grabación, Weinstein también pidió las cosas por favor a su siguiente presunta víctima.
