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El reportaje del periodista Jairo Villegas (La Nación, 7/11/09, El País, p.10 A) nos presenta una triste realidad. En este mes, de las personas aspirantes al Bachillerato en Enseñanza Media, solamente un 9% optó por la Física, un 7% lo hizo por la Química y un 84% por la Biología.
Semejante desproporción es añeja. Si se analizan los guarismos atinentes de hace unos 25 años para acá –y aún desde más atrás– comprobaremos que ese comportamiento estadístico es consistente a lo largo de la historia del Bachillerato. Además, eso lo sabemos todas las personas que hemos pasado por esa criba de exámenes.
A veces se piensa que los estudiantes rehúyen la Física y la Química por ser ciencias de un razonamiento cuantitativo mientras que la Biología es más cualitativa y por lo tanto más fácil. O, lo que es lo mismo, que la Física, la Química y la Matemática son para las personas “inteligentes” y por lo tanto la mayoría escoge Biología. Por supuesto, no comparto ni medio nanómetro de ese argumento; prefiero pensar en que existen las inteligencias múltiples. Por otra parte, es un hecho que muchos colegios no cuentan con docentes de Física y Química graduados, lo cual empeora la situación.
Matrimonio perjudicial. El matrimonio de la Matemática con la Física y la Química es perjudicial para el proceso de enseñanza y aprendizaje de las dos últimas. No tengo ninguna animadversión por la Matemática; al contrario, me encanta, la disfruto y soy muy consciente del gran apoyo que esta ciencia formal ha brindado y brinda al desarrollo de las ciencias, especialmente al de las naturales.
El problema, como bien lo apuntó Marcelo Prieto ( La Nación , Foro, 10/11/09) radica en que muchos padres de familia y docentes inducen inadvertidamente un temor infundado hacia la Matemática en las personas desde sus primeros años de infancia, lo cual se traduce en un rechazo sistemático hacia ella. Como el aprendizaje es volitivo, esas personas no llegan a consolidar un dominio real y permanente de la Matemática. Eso hay que cambiarlo.
La Física, la Química y la Biología son ciencias naturales y, como tales, muchas de sus expresiones están presentes en nuestra cotidianidad: la lluvia, la biodiversidad, el calor, el sonido, los huracanes, los tornados, los rayos, la polinización, la oxidación, la cocción, la simbiosis, la fermentación, el calentamiento global y miles más.
Sin embargo, no en pocos casos, las ciencias se enseñan en la pizarra con ausencia de una didáctica lúdica. Todos esos fenómenos se podrían estudiar con un enfoque cualitativo y más experiencial, tanto en la enseñanza primaria como en los primeros años del colegio.
Esto no es todo, el problema de marras trasciende la didáctica, no es un problema unidimensional, ni bidimensional… es multidimensional, por lo que amerita un análisis holístico. Además de los factores humanos, sociales, familiares, pedagógicos y didácticos, entre otros, que afectan al proceso enseñanza y aprendizaje de todas las asignaturas, está la estructura del diseño curricular.
Problema de estructura. Nuestro Bachillerato es como un embudo vuelto al revés. Una base ancha que al ir subiendo se estrecha y termina en una única y angosta salida, a la cual llegan pocos y se quedan muchos en el camino.
Debemos pensar en una estructura curricular de base ancha, que termine en muchas salidas, muchos bachilleratos diferentes, donde tengan oportunidad alumnos y alumnas, congruente con su diversidad de inteligencias múltiples.
Cuando logremos esto, es posible conseguir una mayor equidad en la distribución de los bachilleres entre las ciencias naturales y apoyar así un mejor desarrollo científico de Costa Rica en el ámbito de las ciencias naturales y sus tecnologías que tanto necesitamos.
Con un diseño de salidas múltiples, también se beneficiarían los otros saberes humanos involucrados.
