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Estupidez

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Hoy me tomé una Coca-Cola llamada “Jesús”. No la escogí por su nombre: igual me la hubiera bebido, de haberse llamado Belcebú, Yorleny, Yahaira o Greivin. ¿Hecho banal? Solo para quien no sea capaz de leer todo lo que hay detrás de tal práctica. ¡Así que ahora las gaseosas tienen nombre! ¡Están “personalizadas”!








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