Tenemos como sociedad seis grandes deudas con nuestros adolescentes y jóvenes: la primera es la garantía de que todo adolescente termine su secundaria y que esta sea de calidad, meta de la que estamos todavía lejos de cumplir, pues uno de los síntomas es que el 48% de las personas de 18 a 24 años no han terminado el bachillerato.
La segunda es brindar una educación sexual integral de calidad en la secundaria, una debilidad significativa por la poca extensión y las resistencias a un programa existente de calidad y sin que se hayan podido definir los mecanismos para su necesaria y urgente implementación.
La tercera es que todo adolescente o joven entre los 15 y 24 años que fue excluido del sistema educativo pueda adquirir competencias y habilidades técnicas o vocacionales de calidad que permitan su empleabilidad o trabajo propio. En este aspecto hay importantes debilidades, aunado a que el desempleo en estas edades es más del doble del desempleo general.
Salud adolescente. La cuarta es que existan políticas y planes de salud adolescente y juvenil, que incorporen servicios de salud de calidad, diferenciados e integrales, que contribuyan efectivamente a una adolescencia y juventud sana y una adultez con calidad de vida.
En esto, los datos existentes muestran que en la adolescencia se adquieren hábitos que ponen en riesgo la salud en esta edad y continúan en la vida adulta. Algunos datos corroboran esta situación: en la adolescencia el consumo de drogas muestra un aumento significativo, la comida chatarra se integra con alta frecuencia en la dieta cotidiana y la práctica de deportes es muy limitada. Además, se pasa de un 20% de sobrepeso y obesidad en la adolescencia a un 60% a partir de los 22 años; un 30% de adultos son hipertensos y el 12% son diabéticos tipo 2; y un 45% tienen elevación de triglicéridos.
La quinta es el combate a todas las formas de violencia contra adolescentes y jóvenes, en donde la situación nacional muestra un panorama desolador, ya que la mayoría de las víctimas de accidentes de tránsito, suicidios y de homicidios, estos últimos como víctimas y victimarios, son personas menores de 30 años.
Participación. La sexta deuda es el incorporar a adolescentes y jóvenes en la discusión y ejecución de políticas y programas que los involucren. La realidad es que sigue predominando una actitud adultocéntrica, que limita una participación real de esta población en la toma de decisiones.
Estas seis grandes deudas históricas forman parte de los objetivos incorporados a la Agenda 2030 de la ONU y deberían ser compromisos del país para cumplirlos. Desgraciadamente, en Costa Rica, se han desatendido las acciones de promoción, prevención y atención en salud de la población adolescente y joven, con las contundentes consecuencias negativas de este abandono y estamos permitiendo tal grado de inacción que lo esperable es un deterioro en estas condiciones.
¿Qué más tiene que pasar para volver la mirada hacia las necesidades de nuestros adolescentes y jóvenes?
El autor es médico, presidente de la Asociación Pro Desarrollo Saludable de la Adolescencia.