Hace casi seis meses se inició este proceso electoral que el próximo domingo tendrá su resolución definitiva. El 2 de febrero no designamos presidente de la República. El pueblo soberano no le concedió, a ninguno de los aspirantes, los votos suficientes para poder reconocerlo, hoy, como su primer mandatario. Este 6 de abril volveremos a las urnas para elegir presidente, escogiendo entre los dos candidatos más apoyados en la primera votación.
La segunda ronda está constitucionalmente prevista para asegurar que, siempre, la banda presidencial sea colocada a quien cuente con un sólido respaldo popular. Por eso iremos a votar el próximo domingo, porque usted tiene el derecho de escoger a su presidente, porque nadie puede tomar esa decisión por el pueblo, y porque, en una democracia confiable como la costarricense, la definición de los procesos electorales tiene que darse en las urnas y en ninguna otra parte. Por eso, vaya a votar y dígale “presente” a su país.
Llegó la hora de que los ciudadanos le cumplamos a este país. Afrontamos como pueblo importantes desafíos. Vivimos tiempos de cambio y este ha sido un proceso electoral muy diferente a los que estábamos acostumbrados, generando confusión. Y, sin embargo, el sueño por una Costa Rica mejor sigue palpitando en nuestros corazones. El anhelo de convivir en paz y libertad sigue allí, en el alma nacional. Solo nuestra firme decisión de continuar viviendo en democracia nos permitirá superar estos tiempos revueltos. Y será en las urnas, con la fuerza de nuestro voto, donde escribiremos, el próximo 6 de abril, otra brillante página de nuestra historia compartida.
Con sabiduría. Estoy seguro de que así será. El costarricense se ha comportado con sabiduría en estos seis meses en que hemos caminado juntos, entre incertidumbres y acertijos políticos. Los electores hemos sabido aprovecharlos para madurar. El enojo de muchos con la política y las preocupaciones de todos por los problemas del país no nos han robado la serenidad ni la capacidad de disentir con respeto para el adversario. El dolor de tener que madurar no ha desviado nuestra atención sobre el objetivo principal de este proceso electoral: informarse, reflexionar y escoger racionalmente a quienes deberemos reconocer como nuestros máximos dirigentes de los próximos años. Hemos sabido, como pueblo, rehuir el abismo de la intolerancia y los peligros de la desesperanza, el miedo o el desinterés.
Nosotros, en el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), ya tenemos todo listo para cumplir con nuestra parte: escuchar su voz y garantizar que su voluntad se respete. Tenemos casi 70 años de hacerlo, con el cariño de los costarricenses y el reconocimiento general de los expertos electorales del continente, que admiran la eficiencia y transparencia de nuestros procesos electorales. Ese es nuestro compromiso: defenderemos su voto a capa y espada. En ello empeñamos nuestro honor y prestigio, porque a ello dedicamos nuestros conocimientos y desvelos. Hemos reforzado la seguridad del proceso electoral y, el domingo, el país entero será testigo de cómo la familia electoral se tira a la calle y asegura, una vez más, la pureza del sufragio.
Entre todos. Pero las elecciones no le pertenecen al TSE, nos pertenecen a todos los costarricenses. Esa es su principal garantía. Esta democracia la hacemos y defendemos entre todos y, por eso, todos estamos llamados a construir confianza al final del proceso electoral, no cerrando los ojos ni escabulléndonos, sino arrollándonos las mangas y asumiendo, cada uno, la responsabilidad que le toca. El próximo domingo, queremos ver los centros de votación abarrotados de ciudadanos, conscientes de que el destino de su país está en sus manos, en una papeleta que le deberán entregar abierta, sin marcar y con las firmas de los miembros de mesa presentes al dorso. Todos, electores, miembros de mesa, fiscales, observadores y auxiliares electorales tenemos el deber patriótico de vigilar y exigir que así sea. Especialmente los miembros de mesa que participaron en la jornada del 2 de febrero tienen el deber de asumir su cargo el 6 de abril. Quizá su partido político ya no esté en competición, pero el futuro de Costa Rica aún está en juego. Estoy seguro de que su compromiso no era con un partido o un candidato, sino con su país.
Conciudadano, el proceso electoral no ha terminado. La elección será el 6 de abril y necesitamos que usted le cumpla a su país y vote por lo más grande y querido que tenemos, por lo que nos une como pueblo, por nuestra Costa Rica.