El martes 17 de junio, La Nación publicó el reportaje titulado “4 de cada 10 alumnos se quejan por violencia de sus educadores”, dato que fue tomado de un estudio hecho por el Estado de la Educación en el 2012.
Pese a que los datos que se publican fueron tomados de un estudio, es importante destacar una serie de factores que no se toman en cuenta, pero que de igual manera median en la situación expuesta.
La ANDE de ninguna manera justifica la violencia ni en las aulas ni en la sociedad. Pero cabe preguntarnos ¿por qué se da?
El reportaje no hace referencia a la caracterización de los centros educativos donde se presenta el problema (tipo de población, contexto sociodemográfico, características de las agresiones), pues no se puede generalizar el fenómeno de la violencia a toda la población educativa. Asimismo, se desconocen las condiciones de la presentación de la violencia; si en los casos de violencia física, por ejemplo, el o la docente actuó en defensa propia.
Dificultades en el trabajo. El reportaje es totalmente reduccionista y se engloba en hacer eco de la violencia a partir de datos que no tienen contextualización, y más que todo se centra en acusar sin prestar mayor análisis al cómo y porqué se dieron las situaciones.
Somos conscientes de que los(as) profesionales de la educación son personas dignas y merecedoras de nuestro mayor respeto. El artículo no menciona que trabajamos con problema de salario, que somos solidarios con los problemas económicos, sociales, familiares y comunales, sin importar dónde nos nombren, por cuánto tiempo y con cuál población.
Nos enfrentamos a dificultades de infraestructura educativa, exceso de estudiantes por grupo, escasez de materiales, falta de acompañamiento de capacitaciones y soporte en el plano emocional, acoso laboral, exposición a comunidades de alto riesgo sin seguridad, presión de padres y madres de familia cuya postura es de constante ataque restando autoridad a la figura docente, y direcciones regionales educativas que no cuentan ni siquiera con los apoyos profesionales y tecnológicos adecuados. Estas son las condiciones del trabajo docente del cual pocos hablan y por supuesto muchos desconocen.
Deslegitimación. El artículo, más que reflejar deficiencias del accionar docente, parece una estrategia de deslegitimación pública de la profesión, producto quizá del movimiento de huelga recién concluido.
El arte de mediar en el proceso de enseñanza y aprendizaje y de desarrollar habilidades cognitivas en un individuo pasa por muchas situaciones, tanto sociales como cognitivas. Este proceso, fundamentalmente humano, está influenciado a partir de un acto de amor por muchas fuerzas externas, como la comunidad educativa, el entorno social y familiar, la situación salarial, los incentivos educativos y las recargas laborales (un estudio financiado por la ANDE y que realizó el INIE demuestra que las y los docentes de primaria trabajan gratuitamente 22 horas por semana, y los de secundaria, 24).
Asimismo, no podemos ignorar las dificultades económicas por las que atraviesan, en la actualidad, las y los docentes, y las humillaciones por parte de sus jefes inmediatos por haber participado en un movimiento de huelga que defendía un derecho salarial básico para la vida de un ser humano.