“¿Debe Costa Rica abstenerse de participar en Miss Universo?”. Ustedes sabrán disculpar, pero cuando esa pregunta empezó a aflorar en cada rincón de Facebook, mi primera reacción fue de risa. Me reí no de la validez de la interrogante, sino de su inocencia... ¿Cómo diantres íbamos a renunciar cuando el 2015 pintaba a ser, finalmente, el año en que una tica sería la mujer más linda del planeta?
El nuestro es un país que, año con año, jura que le llegó el turno de tener su reina de la belleza terrícola... y, al rato, universal (por algo el concurso se llama así, ¿o no?). La participación de la escultural, desenvuelta y buena-gente universitaria costarricense de turno en el certamen Miss Universo desata todo tipo de pasiones y apuestas. Para desánimo de quienes critican el que las mujeres sean ranqueadas según sus atributos físicos, la coronación de una Miss Costa Rica y su consecuente aspiración “universal” es un tema país: hablamos para bien o para mal de aquella fanfarria de cosméticos, medidas perfectas y respuestas acartonadas a preguntas idiotas.
Tomen todo eso en cuenta para entender por qué la quijada me pegó en el suelo cuando se supo que Costa Rica se retiraba de Miss Universo a raíz del berrinche racista del empresario, político y dueño del concurso, el infumable Donald Trump. Eso sí que no lo vi venir.
Primero, aclaremos lo obvio: esta no fue una decisión nacional ni consensuada, sino de absoluta potestad de una compañía: Televisora de Costa Rica. Dueña de Miss Costa Rica y de los derechos a participar y transmitir Miss Universo, la televisora de La Sabana mandó a Trump y lo que él representa por el tubo, siguiendo la línea de otras firmas como Univisión, Televisa y NBC, en respuesta a la expresa xenofobia del “magnate” contra los latinos.
Las consideraciones de esta decisión son más fuertes de lo que la banalidad del tema indica. Miss Universo es una transmisión rentable para Teletica, con buenos indicadores de audiencia, y que ha sido referente del Canal 7 por décadas. Si bien la televisora se dilató más de lo necesario en externar su posición ante los corrosivos comentarios de Trump, cuando lo hizo fue decidida y ejemplarizante.
Es una lástima que el resto de Latinoamérica no mostrara más unidad para plantarle cara al hoy tóxico Donald; al cierre de esta edición solo México, Costa Rica y Panamá le habían dado la espalda a su concurso de belleza. Y, precisamente, por esa falta de coherencia continental es que la decisión de Teletica suma aún más dignidad y valor.
El mundo sería un mejor lugar sin concursos de belleza y sin celebridades nocivas como Donald Trump. Sin embargo, claro está que ni lo uno ni lo otro desaparecerán pronto.