Mientras tomaba asiento, el periodista Ismael Cala hacía referencia a lo que significaba para él estar en Costa Rica. Su colega y compañera de CNN en Español, Glenda Umaña, la biodiversidad y la “buena vibra” son algunos de los motivos que lo hacían desear venir de visita en algún momento.
Sus primeras horas en el país, transcurrieron entre conocer los alrededores del hotel donde se hospedaba, asistir a la inauguración de una clínica, en donde compartió con la presentadora Inés Sánchez de Revuelta, además de conocer el volcán Poás, que le generaba muchísima curiosidad.
Cuando sus palabras hacen referencia al pasado, a ese de sus inicios en la radio de su natal Cuba, es que se comprende un poco más acerca de por qué la comunicación es el centro de su vida y de cómo ha construido su destino –como lo llama él–, ese que se crea a raíz de aprovechar las oportunidades que se presentan en el camino.
¿Cómo surgió esa pasión por la comunicación?
Nació en mi natal Cuba, cuando desde los ocho años me involucré con la radio. Cuando cumplí los 15, me convertí en la cara de una revista informativa y recuerdo que como era muy delgado y joven, me pintaban bigotes con un lápiz para cejas (ríe). El periodismo llegó a los 23, y ya el resto es historia.
¿Es un hombre que prefiere escuchar o hablar?
Las dos cosas (ríe). Sin embargo, estoy haciendo el ejercicio que predico, en el que trato que mis conversaciones sean un 70% de escucha y el resto para hablar.
¿Así se aprende más?
Por supuesto. Eso me lo dijo Larry King cuando lo entrevisté para mi primer libro, El poder de escuchar, y que presentaré el 6 de agosto. Él me comentó que nunca aprendió nada mientras hablaba y es cierto. Uno aprende cuando lee, cuando escucha.
¿Qué es lo más valioso que ha aprendido en 20 años de carrera?
A poner la misión y propósito que uno tiene de vida al servicio de los demás y no del ego. Realmente a mí me costó mucho hacer ese cambio de paradigma, porque cuando era muy joven y niño, hacía esto por vanidad. Me costó tiempo entender que esta oportunidad, de hablarle a millones de personas, tenía como propósito transformar vidas.
¿En qué momento se dio ese cambio de perspectiva?
A los 15 años me di cuenta de eso, porque fue cuando tuve mi primer programa. Estaba en un mundo de profesionales y era un novato. Fue allí cuando todo se transformó hasta llegar al programa Cala , de CNN en Español, que se ha convertido en todo un fenómeno.
¿Se esperaba ese éxito?
No, no tanto. Siempre hago todo esperando que sea un éxito. Nadie hace las cosas pensando en el fracaso. Lo hice con el elemento adicional de que me sorprendiera y superara las expectativas.
Ha hecho coberturas importantes, entre ellas la captura de Saddam Hussein. ¿Le hace falta vivir de nuevo esa adrenalina?
La vivo de otra manera. La hice, me encantó hacerla. En algunos momentos, veo a mis colegas en ciertas coberturas y deseo estar allí, pero me digo que en la vida hay que saber tomar un camino, no querer tomarlos todos. A mí me ha ido muy bien en este tema de los talk shows y las entrevistas, además de ser escritor y conferencista.
¿Cómo se redescubre en esta profesión?
Con los viajes, las lecturas y el cine, más el tiempo que necesito para estar conmigo. La gran idea, la que me gusta, llega cuando estoy solo.
¿Qué valora ahora, que antes no lo hacía?
Hay algo que valoro, que siempre valoré, aunque no la tuve: la libertad de ser quien quiero ser, de ir donde quiero ir y de decidir por mí las acciones que quiero tomar. Pasé 28 años de mi vida sin ella, y para mí no hay nada más importante que esa libertad que hoy tengo.
Si tuviera la oportunidad de entrevistarse a sí mismo, ¿cuál sería esa pregunta que no faltaría?
(Piensa) Tú sabes que hay una pregunta que no he hecho y que tú me pones en la mente y es: Ismael, ¿cuál quieres que sea tu epitafio? Esa respuesta va ser mi propósito de vida por todo lo que me quede en esta tierra.