La adaptación de la obra de un autor cubano, a cargo de una estrella del cine español y de Hollywood: suena como una película de medio presupuesto, facturada con elegante estilo y concentrada en su talento artístico, con toda la maquinaria comercial de un estudio . Eso era antes. En el 2015, resulta casi evidente que se tratará de una serie para televisión.
La próxima gran apuesta de Antonio Banderas será una serie basada en las novelas del célebre Leonardo Padura ; se llamará Havana Quartet y se emitirá por Starz (quizás aquí podamos verla por Netflix).
Actualmente, su filme Los 33 está en salas, pero no le ha ido muy bien en taquilla; para este año, tiene otros dos estrenos en fila. Sin embargo, sus energías creativas podrían enfocarse en la serie televisiva.
En la serie, que aún no ha empezado a producirse, Banderas interpretará a un hombre que sueña con ser escritor, pero que, por mientras, se dedica a ser detective y al alcohol.
Padura ha sido reconocido en Europa y América Latina como uno de los mejores autores en su género, y este podría ser el gran salto a la discusión global del cubano.
Para Banderas, por otra parte, promete ser una apuesta por ganar relevancia tras algunos tropezones en su carrera fílmica. No es que no tenga suficiente que hacer –estudia diseño de modas en Central Saint Martins, una de las mejores escuelas del mundo–, pero sí le ayudaría un impulso creativo así.
Trampa. Ahora bien, ¿por qué la televisión resulta una plataforma así para una superestrella? Una teoría que lleva algunos años circulando entre analistas de cine y televisión de Estados Unidos es que la era de las películas de medio presupuesto ya murió en los estudios de cine.
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En el Reino Unido, es muy común que un actor haga carrera en teatro, cine y televisión paralelamente; en Estados Unidos, hasta hace poco más de una década, eran categorías separadas por completo. Podemos entender el cambio desde el punto de vista de empleo: para los actores-actores, ya no hay buenos trabajos en cine (no así para celebridades, con poco talento dramático aunque mucho atractivo).
A la industria de Hollywood no le interesa ni le sirve producir algo que no sea una franquicia multimillonaria o una película “bien hecha” como carnada para los Óscar. Eso deja al cine de arte como campo exclusivo de las productoras “independientes” (fuera de Hollwyood) y el año pasado se notó en los Óscar: Boyhood y Birdman basten como ejemplos. Eso significa que pagan menos a sus actores, por lo cual muchas estrellas corren a la televisión para tener empleos que sean, a la vez, satisfactorios para el arte y la billetera.
Terrence Howard parecía destinado a una carrera más brillante en cine, pero se decantó por Empire y ahora destaca mucho más. Lo mismo con Jessica Lange, cuyos papeles en la gran pantalla no tenían, desde hace años, el peso y la notoriedad que le ha traído American Horror Story .
Si Hollywood solo puede producir parque de diversiones de más de $200 o $300 millones, que ganan más dinero mucho más rápido, queda poco campo para tantos actores. Es difícil imaginar que se revierta la tendencia.
Por el lado bueno, con la fuga de talentos de cine a tele, tendremos más y mejores series, hechas con el talento forjado por el cine de calidad de otras épocas. Por el malo, las cintas de Hollywood, la industria que domina las cadenas de distribución de casi todo el mundo, resultará cada vez menos interesante para dramas, comedias de medio perfil y exploraciones artísticas.