El artista escénico Fred Herrera asumió la dirección del Teatro Nacional en agosto del 2015.
Su relevo, a medio periodo de gobierno, trajo consigo grandes cambios en la programación del teatro: la introducción de un programa nuevo junto con el Ministerio de Educación Pública ( Érase una vez... ) y el replanteamiento de algunas de las producciones tradicionales, como el Festival de Coreógrafos y los recitales musicales del foyer. En total, inauguró cinco nuevos programas de artes escénicas y musicales.
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“El Teatro Nacional solo recibe del gobierno central los sueldos de sus funcionarios. El resto de dinero lo buscamos con recursos propios. Todas mis producciones las hago pellizcando el dinero para pagarlas”, asegura Herrera sobre este año.
Para el director del Teatro Nacional, los resultados reflejan su labor. Su puesta escénica más exitosa, Alicia en el país de las maravillas , logró una asistencia de 10.724 en 17 funciones y recaudó para la taquilla alrededor de ¢140 millones.
Reestructuró el Festival de Coreógrafos Graciela Moreno. El sector de danza dice que los cambios no abordaron la crisis de públicos que tienen sus propuestas. ¿Cómo piensa renovar el público este año?
No voy a detallar los planes porque los estamos poniendo en práctica. Voy a dar la línea general: vamos a hacer contacto con festivales nacionales y grupos para incitarlos a participar para abrir espacios y que el Festival reciba una mayor presencia de grupos alternativos, propuestas más underground.
”¿Qué quiere decir esto? El Festival de Coreógrafos, por ser en el Teatro Nacional, tal vez algunas personas lo perciben como algo lejano. El festival no puede ser algo lejano, tiene que ser el gran festival de los estrenos. Hacemos un llamado a todos los coreógrafos de Costa Rica para que participen, muy pronto se va a abrir la convocatoria. El éxito es que haya gran participación de grupos.
”La calidad es un componente, la participación es otro y, el tercero, es el esfuerzo que hicimos el año pasado: que la aventura no se termine en el festival. De los tres elencos que salieron destacados producimos una obra que se presentó en el Festival de la Imaginación y, ahora, es parte del programa É rase una vez...
”El Teatro ha cumplido la promesa de aprovechar la parte temática del Festival de Coreógrafos para producir una obra, pulirla y darle una consistencia de programación. Creo que para todo el mundo de la danza tiene que ser una buena noticia. Perdón, pero yo soy bailarín, el gran premio es seguir bailando. Todo ese proceso se puede mejorar y pulirlo. Con Érase una vez... estamos sembrando un público que va a ser iniciado a la danza contemporánea y, con los bailarines es una prolongación del acto de danza. Por los dos lados es ganar ganar”.
No obstante, el montaje en el Festival de la Imaginación alcanzó, en tres días, una asistencia de 711 personas (en el Teatro Nacional caben por función unas 750 personas). ¿A qué atribuye el fracaso del Festival de la Imaginación ?
Yo creo que usted usa una palabra excesiva. La palabra fracaso no me parece correcta porque es una primera propuesta del Teatro Nacional. El año pasado que sacamos Érase una vez... tuvimos el gran mérito de producir, pero teníamos una debilidad en la parte de venta y mercadeo. Ya tenemos un responsable de venta y mercadeo contratado.
”Hay que aprender de las lecciones para mejorarse. Produjimos todas las obras que planteamos, ninguna se anuló. Todas fueron exitosas. Tuvimos Premios Nacionales en Sueño de una noche de verano . Me dice que cómo estuvo la asistencia y la venta, no es lo mismo producir que vender. Ahora tenemos una persona contratada especialmente para eso.
”Denos tiempo para que nosotros, como responsables, podamos responder a todas las dimensiones. Deme el crédito de reconocer que no tuvimos toda la asistencia que hubiéramos querido y que, sin necesidad de que nos lo dijeran, hicimos las contrataciones externas de profesionales para que vengan a apuntalar puntos débiles. Deme chance de probar que, en la segunda edición, nos estamos moviendo para mejorar ventas.
“Hay que ver las cosas con humildad (...). Lo más importante se logró: los eventos tuvieron calidad artística y los coreógrafos seleccionados por el jurado, este año, están en É rase una vez... ”
Anterior a su llegada, el Teatro Nacional no era un ente productor.
No, se había recluido en una función de facilidad que es alquilar. Alquilar es muy fácil, sobre todo una sala tan hermosa. Producir es comprarse broncas: contratar artistas, llenar la sala, que los críticos te vayan a decir que no hubo belleza artística. Cualquier cantidad de riesgos. Yo le he hecho frente a todo eso. Sacamos El Cascanueces. ¿Qué más riesgo que ese? Era la gallina de huevos de oro de los alquileres. Tuvimos ¢140 millones de recaudación con Alicia en el país de las maravillas. ¿Cuánto se recaudaba antes?
”Yo voy a defender que hemos tenido valentía. Reconozco que tenemos debilidades. Desde que detecto que hay una debilidad busco personal para que me apoye o hago algo para reforzar la debilidad.
”Yo fui nombrado el 1.° de agosto del 2015 y no cambié nada de ese segundo semestre. Acepté lo que mi predecesora había programado. Tenía la necesidad de entender dónde estaba parado. Tenía 30 años de vivir en Francia. Quería entender al teatro y tiempo para proponer programas. Lo hice, con valentía. Me parece que el resultado global es más que exitoso”.
La mayoría de producciones de Érase una vez... del 2016 fueron estrenos. Sin embargo, en la programación del 2017 solo existen dos estrenos.
Tres estrenos con Visiones (la coreografía adaptada para el Festival de la Imaginación). Es una obra que se creó el año pasado pero es la primera temporada en Érase una vez...
A largo plazo, ¿el Teatro Nacional tiene la capacidad instalada para sostener un programa de tanta inversión técnica, económica y creativa?
El 2016 fue el año del lanzamiento. Nos tiramos al agua y chapuceando a veces, pero nos tiramos con valentía. El 2017 es el año de la estabilización. Creo que es justo. Podríamos tener un promedio de unas seis obras por año. Cada año serán tres creaciones y tres del año pasado que viven su segundo año.
”Esto lo hago porque yo amo el teatro. Bastaría con que venga otro director el año entrante y que no tenga tanto afinidad... Así que tengo que dejarle las cosas suavecitas. Tres producciones las creamos un año y se reprograman el siguiente. Hay una gran economía: no volvemos a pagar música ni vestuario. Se pagan los ensayos, que no son tantos, porque es solo una pasada para reacoplar el elenco y los salarios de las funciones.
”Este es el año en el que deberíamos recibir, si la recaudación de boletería es buena, más ingresos para que podamos calcular la vida útil del proyecto sobre esos dos años. La estabilidad podría ser de seis obras al año: tres que vienen del año anterior y tres nuevas. De ese modo, el esfuerzo de producción no es desmesurado.
”Reconozco que, para un primer año, fue una locura. Un nuevo director propone 14 programas de producción y 8 de grandes obras. Es un espíritu aventurero”.