"¿En qué estaba pensando Juan Santamaría?", por Ana Istarú
¿En qué piensa un hombre humilde cuando le disparan a mansalva?
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¿En qué piensa un muchacho de 24 años cuando está a punto de morir? ¿Qué le importa tanto como para tirársele a las balas?Juan de seguro no pensó en una estatua de bronce. No piensan en eso los hijos de padre desconocido. Una estatua, además, erigida con todo el amor de Alajuela y esculpida con toda la cortés ignorancia de un artista galo que lo vistió para la posteridad, oh lujo inesperado, de soldado francés, desvaneciendo además con el borrador de los prejuicios sus rasgos mulatos.
¿En qué piensa un hijo único, soltero (¿por qué no se casó?, ¿era tan pobre?, ¿estaba de corazón casado con su madre?) que de todo ha hecho para sobrevivir (de jornalero a albañil, de sirviente a sacristán), criado prácticamente en un cuartel desde los diez (¿donde buscó al padre que no tuvo?) donde aprendió a tocar tambor?
¿En qué piensa un hombre humilde, clavado en el medio del siglo XIX, delante de una casona desdichada llena de extranjeros de acentos diferentes, que disparan a mansalva con la prepotencia que otorga la ventaja?
Nadie sabe que es héroe hasta que le toca serlo. Ya vio morir a dos compañeros. Sabe que va a morir. El primero en ofrecerse era teniente y cartaginés, pero cayó y no alcanzó a lanzar su nombre hasta los manuales escolares de historia. Lo relevó un nicaragüense que al igual tomó la tea y al igual se dio de tropezones con la muerte. Su olvidada generosidad no contará con estatuas, pero estamos aquí por ellos, por lo que la gente común es capaz de hacer en circunstancias extraordinarias.
¿En qué pensaba Juan cuando dijo “Cuiden a mi madre”? ¿Qué sabría de política, de los turbios intereses económicos de los filibusteros, de las rencillas internas de Nicaragua, del hambre que le llevaban norteamericanos e ingleses a la Vía del Tránsito? No creo que mucho.
Juan Santamaría se lanzó a morir por sus tías, por sus vecinos, por sus compañeros de cuartel, porque si perdía su trozo de provincia, sus parques, sus modestos edificios, ese bien intangible llamado libertad, la vida ya no tendría sentido. Porque algunos pocos hay capaces de darse en ofrenda a los demás. Los demás: la patria es eso y no otra cosa, esas otras personas con las que construimos un futuro común. Y un héroe es eso y no otra cosa: alguien capaz de morir por defenderlo, como lo defienden hoy día quienes apagan un incendio forestal, quien protegió los huevos de las tortugas, quien desafía al narcotráfico y lo encarcela. Gente común que se aferra a lo correcto, sean cuales sean las circunstancias.
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