Luego de que por la tarima Música del Mundo, en La Sabana, desfilaran algunas de las más importantes bandas de la música latinoamericana contemporánea, era hora de que uno de los más grandes de la región ofreciera su estelar show .
Era el momento de Vicentico, quien junto a los Fabulosos Cadillacs fue uno de los primeros roqueros latinos en darle la vuelta al mundo cantando canciones que hoy son propiedad de todos.
El argentino comenzó su presentación a las 8:38 p. m., en el gran entarimado colocado en el Parque Metropolitano La Sabana, donde el sábado se celebró el cierre del Festival Internacional de las Artes, con un multitudinario concierto gratuito en homenaje al talento latinoamericano.
La primera canción de su repertorio fue Ya no te quiero , parte de su cuarto disco como solista, Solo un momento , lanzado en el 2011. Luego siguieron temas como Un diamante , Viento y El pacto , todas de su discografía como solista.
Al horizonte, frente al escenario, se vislumbró una multitud imposible de poner en números, que demuestra que el pueblo espera ansioso el gran concierto que el FIA ofrece de manera gratuita cada dos años en La Sabana se mantenga gratuito. En un principio, la producción tomó la decisión de cobrar por la actividad en el Estadio Nacional, algo de lo que después se arrepintió y se mudó al parque.
Maestro. Vicentico se mostró sobrio, tranquilo, sin mucho movimiento ni pirueta más que las de sus perseverantes cuerdas vocales. Su voz descansó toda la noche sobre la música que interpretaron sus seis compañeros de banda, quienes pegaron cada nota del repertorio ofrecido anoche.
Al comienzo, la selección de temas se concentró en la etapa solista e hizo pocas referencias a Los Fabulosos Cadillacs. Al público le llamaron la atención esas piezas, por lo que le concedió el regalo de la atención y del aprecio, a pesar de que muy pocas de las canciones que sonaron anoche eran reconocidas por la gran masa de asistentes.
“Buenas noches. Hola, queridos y queridas, ¿cómo están?”, saludó el músico. “Para nosotros, para mí particularmente, es una alegría ridículamente enorme poder tocar hoy frente a todos ustedes. Les agradecemos el respeto por las canciones nuevas. Yo se que algunos dicen 'ah, tocá los Cadillacs’, pero les agradezco mucho”.
Acto seguido, un resfriado Vicentico buscó su guitarra acústica en un escenario en el que solo quedaba él, para interpretar la versión de los Cadillacs de Siguiendo la luna , momento captado por la mitad del recinto con sus celulares.
Luego, el argentino complació a un asistente en primera fila, quien le solicitó que cantara El aguijón , también de los Cadillacs y también acompañado únicamente por su guitarra acústica.
Después de ese pequeño bloque en recuerdo de una de las mejores bandas latinas de la historia, el cantante se hizo acompañar de su pianista para una íntima versión de Algo contigo , un clásico de Chico Novarro al cual Vicentico le concedió un cover en su disco debut homónimo, lanzado en el 2002.
En grande. A pesar de que muchos de los presentes le siguieron solicitando canciones de los Cadillacs, Vicentico se sintió confiado en su música como solista y continuó disparando algunas de esas especiales canciones que ha grabado desde que la banda se separó por primera vez, hace más de una década.
Paisaje , Tormenta y Solo un momento fueron algunas de elegidas para ese manifiesto, en cuenta también un cover de Tiburón , original de Rubén Blades, en una versión que puso a mover a la fanaticada casi como lo logró Bomba Estéreo una hora antes en el mismo lugar.
Vicentico se despidió del público después de Solo un momento , pero estaba claro que los costarricenses no lo iban a dejar marcharse así de fácil, mucho menos después de tan kilométrico piezón.
Como procede, el argentino regresó a las tablas para interpretar Creo que me enamoré y Morir a tu lado , antes de despedirse por segunda ocasión.
Un momento dorado vino después de esa segunda despedida: Vicentico salió nuevamente a complacer al público con una versión eléctrica de Basta de llamarme así , uno de los temas más icónicos de los Fabulosos Cadillacs.
Cerca de las 10 p. m., era hora de que la luminaria de esa noche fuera encontrando su camino a casa. Respetuoso y decente, le solicitó al público un poco de silencio para que la canción con la que se iba a despedir llegara al lugar al que tenía que llegar.
Sin embargo, cuando comenzaron las primeras notas de Los caminos de la vida , el público fue incapaz de mantener la promesa: aquel lugar estalló en un jolgorio ante una de las grandes gemas de la música sudamericana.
Finalizado ese tema, parecía que Vicentico no podía ofrecer ni una sola sorpresa más, hasta que se le vio en el escenario con su guitarra acústica. Nadie lo podía echar de allí, menos después de que empezara a cantar Vasos vacíos , himno popularizado en la década de 1990 por los Cadillacs y la siempre inmortal Celia Cruz.
Las sorpresas no paraban, a pesar de que minutos atrás Vicentico había mostrado señales de querer irse. Era tanto el calor humano congregado en ese lugar, que el tipo tuvo que soltar una última: Yo no se sentaría en tu mesa , para que en el aforo quedaran ecos de un “¡ohh, ohh, ohh!” resonando durante el resto de la noche.
El bloque final, con Los caminos de la vida , Vasos vacíos y Yo no me sentaría en tu mes a fue un soñado punto final a un concierto que tuvo la intención de rendir homenaje a la música latinoamericana, con presencia de las bandas 424 (Costa Rica), Astro (Chile), Instituto Mexicano del Sonido y Bomba Estéreo (Colombia).
Ahí está, al alcance de todos y cercano a nuestro contexto, todo un mundo musical que por muchos años ha sido menospreciado por buena parte del pueblo, pero que tiene todas las armas necesarias para retomar sus armas, seguir la lucha y envolver a muchísimas generaciones más por venir.
A las 10:20 p. m., miles de fans afónicos caminaban hacia sus variados destinos, pero algo había cambiado en todos: la noción de que el FIA y todas sus actividades son algo que nos pertenece, y por lo tanto deben hacerse sentir y dejar bien claro que fiestas así de extraordinarias no pueden morir nunca.