Una foto para la historia de la cultura de Centroamérica
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E n 1971 se dio un hito irrepetible en la historia cultural de la región: la I Bienal Centroamericana de Pintura. Sergio Ramírez tenía tres años como secretario general del Consejo Superior Universitario Centroamericano y propuso la idea como parte de un gran festival dedicado a los 150 años de la Independencia. Alberto Cañas (primer Ministro de Cultura de Costa Rica), Samuel Rovinski (presidente de la Comunidad de Escritores) y Sergio Ramírez formaron el comité organizador.
Se inauguró el 15 de setiembre en una Biblioteca Nacional aún sin estrenar, y el aire festivo se apagó con la lectura del fallo, que declaró desierto el premio de Costa Rica, despreció a los pintores nacionales “a pesar de un aceptable nivel técnico…, un empleo superficial de recursos ya empobrecidos por el uso excesivo”, y alabó al maestro Francisco Amighetti. Rafa Fernández le pegó a uno de los jurados, el artista mexicano José Luis Cuevas.
El resto del tribunal estuvo formado por la crítica más influyente de la época, Marta Traba, y el pintor peruano Fernando de Szyszlo. Desde entonces, Manuel de la Cruz González abandonó la abstracción geométrica, y la pintura costarricense se reorientó hacia el arte figurativo.
Un año más tarde, un terremoto destruyó la ciudad de Managua. Rovinski se fue a París como agregado cultural en la Embajada de Costa Rica, y Ramírez partió a Alemania en 1973 con una beca. Poco después se iniciaría la insurrección armada contra la dictadura de Anastasio Somoza y la guerra civil que incendiaría Centroamérica.
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