Su leyenda de hombre humilde y sencillo precede a Patrick Modiano. Aparece puntual en la estrecha sala parisiense de su editora, Gallimard, para explicar su galardón y es evidente que pasa un mal rato. Patrick Modiano es el Premio Nobel de Literatura del 2014; tiene 69 años y, a pesar de contar ya con importantes galardones literarios, está visiblemente aturdido. Es un hombre habituado a la soledad de su oficio: la de escritor.
Los periodistas lo reciben con aplausos, pero él tiene el gesto contraído y sudoroso. Le gustaría recabar más datos acerca de por qué la Academia Sueca lo ha elegido. Dice que aprovechará su viaje a Estocolmo para descubrirlo. “Eso me ayudará a escribir yo mismo sobre mis libros”, añade.
Un periodista lee en alto la explicación del jurado para hacer su elección: “Por su arte de la memoria con el que ha evocado los destinos humanos más difíciles de retratar y revelado el mundo de la Ocupación”. Modiano dice estar de acuerdo con tal apreciación y agrega: “Me gustan mucho esas frases precisas y lapidarias; me animan”.
Frases cortas, sobriedad y precisión son cualidades de su escritura, y las ama el propio autor. “El mío es un trabajo de estilo elíptico, emotivo por las frases simples”, responde cuando se le pregunta cuál es su aportación a la literatura francesa.
La sencillez y la duda lo persiguen. Cada frase suya, siempre en voz baja, es un esfuerzo balbuciente por explicar lo que solo parece capaz de exponer del todo en un texto protector, que le facilitará las cosas, dice, cuando deba pronunciar su discurso en Estocolmo para recoger su galardón.
Con esa misma sencillez da la razón a sus críticos: “Tengo la sensación de estar escribiendo el mismo libro desde hace cincuenta años”. En 2009, en una entrevista con El País de España insistía sobre lo mismo: “Ya me he dado cuenta de que me repito: siempre es alguien que busca a alguien, o alguien que intenta recuperar las huellas de alguien”.
Literatura perenne. La infancia, la adolescencia, los recuerdos, el pasado son su obsesión. Quizá por esto evoca su juventud cuando le preguntan por escritores que lo precedieron, como Albert Camus. “Me parece irreal que yo esté confrontado a gente que leí de joven, a personas que admiré siendo adolescente”, expresa Modiano.
Hay en la sala de Gallimard un cierto aire de fiesta. Modiano es el decimoquinto escritor francés que se alza con el Premio Nobel de Literatura. Francia puede estar orgullosa de ello.
El presidente de la República, François Hollande, ha emitido un comunicado en el que festeja el galardón, e incluso ha hablado con él por teléfono. El palacio del Elíseo expresa la capacidad de Modiano de “explorar la memoria y la complejidad de la identidad”.
Sin embargo, ante los periodistas que abarrotan la sala, Modiano baja al terreno de la escritura con toda la humildad y la angustia del hombre que solo se siente prisionero del tiempo que le ha tocado vivir y que trata de ser un traductor: simple pero necesario traductor.
“Soy optimista. La literatura no morirá porque es la que traduce la angustia de su tiempo y, en consecuencia, siempre será necesaria” –una necesidad en ocasiones penosa para el autor–, ha declarado Modiano.
La última novela de Modiano se publicó en Francia en la semana pasada; se titula Para que no te pierdas en el barrio. El escritor ahora toma notas para la próxima. Es la etapa más excitante, asegura, pues recopila sensaciones, pensamientos, hechos. Luego llega el proceso laborioso y duro de poner todo ello en orden. Explica: “Entonces es como un pavo sin cabeza que sigue caminando por su cuenta hasta que muere, y esta es la parte penosa”.
Con Los bulevares periféricos , Modiano ganó el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa de 1972. Con La calle de las tiendas oscuras se hizo con el Goncourt en 1978. En 1996 se le concedió el Gran Premio Nacional por toda su obra.
Misterio necesario. El autor de En el café de la juventud perdida y de Dora Bruder nació en Boulogne-Billancourt en 1945, justo al término de la Segunda Guerra Mundial. Ahora, Modiano se ve recompensado por la Academia Sueca, consolidando el liderazgo de Francia en tal galardón. Se le pregunta si tiene alguna idea acerca de tal “preeminencia”, pero duda de que ella exista.
Niño un tanto abandonado, de padre judío, criado por una abuela belga, Modiano dice sentirse miembro de una generación de transición. “Conocimos un mundo poco cambiante en nuestra infancia y, de pronto, todo se ha acelerado. La mía es una generación más sensible al cambio de atmósfera, que trata de traducir esa evolución a través del libro que yo escribo de manera sucesiva”: sí, de manera sucesiva y obsesiva.
La suya es una literatura como “refugio” y, al tiempo, como objeto de una insatisfacción permanente que obliga a escribir el siguiente libro. Por esto, Modiano no cree que el americano Philip Roth, gran favorito para el Premio Nobel, cumpla su promesa de no volver a escribir. El francés opina: “Es necesario recomenzar siempre”.
Al final de la rueda de prensa, Modiano posa, incómodo, para las cámaras. No sabe cómo celebrará el premio porque, insiste, no lo esperaba en absoluto.
En cuanto a la actualidad, sí, es una fuente de inspiración, pero demasiado próxima para que se convierta en un trabajo literario. El misterio que palpita en sus libros necesita algo más de distancia. “Es como retroceder para enfocar mejor las cosas. La excesiva proximidad no permite discernir bien para hacer un verdadero trabajo literario”, concluye el escritor.
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Un Proust de nuestro tiempo
Estocolmo. AFP. El francés Patrick Modiano, reciente Premio Nobel de Literatura, es autor de novelas que se centran en temas como la culpa, la memoria y el sufrimiento de su país bajo la ocupación nazi.
Se le concedió el galardón “por su arte de la memoria con el que ha evocado los destinos humanos más difíciles de retratar y revelado el mundo de la Ocupación” nazi de Francia (1940-1944), anunció la Academia Sueca.
Modiano, de 69 años, ha situado toda su obra en el París de la Segunda Guerra Mundial, describiendo los acontecimientos de esta época a través de personajes corrientes. Su estilo, sobrio y claro, ha hecho de él un escritor accesible apreciado por el gran público y también por los círculos literarios.
Protegido del escritor Raymond Queneau, Modiano, con 22 años, publicó su primera novela: La Place de l’Étoile (1967; El lugar de la estrella, Editorial Anagrama), cuyo título hace referencia a un lugar de París (La Estrella) y a la estrella amarilla que los judíos debían llevar bajo la ocupación nazi.
Desde entonces, Modiano ha escrito unas treinta novelas, todas publicadas en francés por la casa Gallimard, y en español casi todas editadas por Anagrama.
En 1972, Modiano ganó el Gran Premio de novela de la Academia Francesa por Les Boulevards de Ceinture (Los bulevares periféricos), y en 1978 el prestigioso Premio Goncourt por Rue des boutiques obscures (La calle de las tiendas oscuras).
En 1974, con el cineasta Louis Malle, Modiano escribió el guion de un filme que tuvo mucho éxito en el mundo: Lacombe Lucien, la historia de un adolescente con tentaciones de héroe que se sume en la colaboración con los nazis en la Francia de 1944.
En 1996 se otorgó a Modiano el Gran Premio Nacional de las letras de Francia por el conjunto de su obra, traducida a 36 idiomas. “Modiano es una especie de Marcel Proust de nuestro tiempo, que mira atrás. Pertenece a la tradición del autor de En búsqueda del tiempo perdido”, ha dicho Peter Englund, secretario de la Academia Sueca.