Mark Cameron Boyd llegó a Costa Rica con dos pizarras que dejará en manos de la Embajada de Estados Unidos.
Este lunes, en el Centro Cultural Costarricense Norteamericano , Boyd se reunió con seis artistas costarricenses –Audie Fallas, Xavier Villafranca, Fernando Rudín, Carolina Parra, Li Briceño y Karla Herencia– para crear, en conjunto, la obra que presentará hoy en la casa del embajador.
El proceso culminará cuando el público termine de llenar los espacios en blanco que diseccionan el texto original, una reflexión sobre la belleza del lenguaje.
¿Es la primera vez que realiza un proceso colaborativo?
Mi proceso ha evolucionado durante los diez o doce años que he trabajo usando texto. Los primeros años, el texto lo estuve haciendo yo solo y, cuando lo presenté al público en el 2006, estaba consciente de que la gente iba a intentar descifrar o terminar las palabras que dejé, porque cuando quitas la cinta adhesiva solo quedan las mitades de los textos.
“En la evolución de ese proceso, he trabajado con poetas que recitan su trabajo mientras intentamos transcribirlo: esa fue otra experiencia colaborativa. Pero, sí, esta ocasión en San José, es la primera vez que colaboro con artistas para crear las palabras en el camino.
¿Es cierto que interesó en este proceso cuando borraba una pizarra en la universidad?
Sí, en mi maestría fui profesor asistente mientras terminaba mi proyecto en la Universidad de Maryland. Teníamos una gran pizarra negra y, después de un rato, estaba lleno de garabatos: notas y secciones fragmentadas de texto. Mientras lo borraba pensé que era muy interesante, la forma en la que comenzaba a verse como una pintura abstracta, aunque estaba construido con texto. Así que eso me inspiró a hacer mis propias pizarras.
”Experimenté con muchas ideas, las primeras no se podían leer porque arrancaba la cinta y volvía a escribir encima. Una vez me dijeron que parecían jeroglíficos; así que llegó un momento en el que, antes de hacerlo ilegible, pensé en dejarlo así y darle tiza al público para que descifraran ellos el texto. Hice una versión pequeña, puse tiza en el borde de la pizarra y me di cuenta que era un gran experimento para mí y una gran experiencia para el público.
”Para el artista es muy interesante dejar ir el control de su obra, liberar el trabajo al público y dejar que escriban en él, que hagan lo que quieran. Podrían escribir mal, poner un eslogan político, un número de teléfono...”
Es impredecible.
Exactamente. Un par de curadores me advirtieron que fuera cuidadoso porque al introducir interacción del público hay que estar preparado para lo que pase.
Yo estaba dispuesto a tomar el riesgo, quería ver qué iba a pasar.
”En el 2006, hice un trabajo muy grande de pizarras en un pasillo en la Universidad Americana (Washington) en el que los estudiantes pasaban las 24 horas y que separaba al Museo de la Escuela de Artes. El director del Museo me dijo que podían colocar las pizarras pero que nadie las iba a vigilar, le dije no importaba.
”La tiza estaba en los bordes que construí al pie de las pizarras y se escribieron muchísimas cosas; alguien escribió ‘ All you need is love ’, la canción de los Beatles... Escribían como si fuera una pizarra comunal, hacían dibujos. Fue muy inspirador y divertido”.
En el sentido más estricto, todo arte es participativo, se necesita al público para dar vida a una obra. ¿Qué significa para usted un proceso tan interactivo?
Es cierto, todo el arte es participativo porque la obra se completa al observarse. La diferencia es que hay un concepto de que el espectador es pasivo y contemplativo; hay un énfasis en que el arte es intocable, un objeto precioso.
”Entre 1960 y 1970 eso se rompió. La idea es conectar más con el público y darles una experiencia para estar inmersos en el arte. Para mí, la participación significa que el público tiene el permiso no sólo de completar la obra sino de tener una co autoría, porque el trabajo no está activado hasta que empiecen a trabajar sobre él.
”Mis piezas son piezas de texto mudas que invitan a la gente a que escriban sobre ellas y que las activen. Esa es mi filosofía”.
¿La audiencia debe ser educada con esa filosofía?
Creo que se educan a sí mismos. Si te arriesgas y te unes, de inmediato vas a comenzar a sentir la idea de lo que estás haciendo, de que estás involucrado en una experiencia artística.