29-03-2014. Hora: 04:00 p.m. Festival Holi One que se realiza en Pedregal, Belén. Fotos: Mayela López
Las camisas que fueron blancas al principio del día, al final de la tarde no se sabía si eran de color amarillo, naranja, celeste o verde. Intentar definirlo era tarea inútil.
Ayer, en la segunda edición en Costa Rica del festival Holi One, la jornada se vivió en medio de intensa música, una energía incansable y muchos colores que emanaban de pequeñas bolsas y se convertían en inmensas nubes. No por nada que el chiste más quemado del día fue que los presentes estaban en el Centro de Eventos Pedregal para echarse un polvo.
Sin embargo, el contenido de los paquetitos era nada más una excusa para acompañar la música que tuvo ratos de house, drum n bass, techno y world music , siempre circundando la música electrónica.
El Holi One 2014 empezó frío, a las 10:30 a. m., a pesar del sol inclemente. Una incipiente masa de jóvenes de blusas y camisetas blancas se desperdigaba a pocos sobre los adoquines frente a tarima.
El dúo de productores y DJ Mobius Strum se encargó de inaugurar el sistema de sonido; una hora después era el colectivo DNCFLR el que hacía de las suyas desde una mesa que se levantaba a lo alto de un imponente escenario llamativo por su tamaño y pantallas apropiadas para poner a lucir visuales especiales para la ocasión.
Hubert Watson y Ernesto Bolaños fueron protagonistas con el proyecto Blackout, durante más de una hora, cuando el calor se ponía más picante y el aforo se iba agrandando. Fue cerca de las 2:15 p. m. con la dupla de los DJ Erick Prestinary y Esteban Howell, que los primeros polvos multicolor se elevaron por el aire. Un esperado conteo regresivo precedió el lanzamiento y entonces la emoción cambió de tono por el resto del día.
Otra vez. Apenas pasaron siete meses desde que el Holi One llegó a Costa Rica por vez primera. Fue el 10 de agosto pasado que el festival de origen indio debutó con gran éxito. Aquella vez los exponentes musicales fueron artistas de la electrónica así como algunas bandas entre las que estuvieron Patterns y Alphabetics.
En este 2014, solo Santos & Zurdo rompió con la supremacía de DJ . El trío (incluyendo al bajista Luigi Jiménez) acompañó su participación con un grupo de bailarinas y artistas que jugaban con fuego.
El entusiasmo seguía en crecimiento cuando Jalamelule (Errol Barrantes y Alejandro Ramírez) mezclaban su música con artes visuales inevitables de disfrutar. Si bien la explanada seguía sin verse repleta, los gritos y bailes no cesaban entre la multitud, compuesta, principalmente, por jóvenes que apenas bordean la segunda década de vida.
La afluencia quizá era menor a la de la edición pasada del festival, aunque la productora aseguró que había cerca de 8.500 presentes. El número hace constar que el público nacional tiene afinidad con los encuentros de policromía. La primera prueba fue el Holi One pasado, y en febrero el mismo centro de actividades albergó el Life in Color, otro festival masivo cuya principal diferencia era la pintura en lugar del polvo.
Tarde intensa. Cuando los ánimos no disminuyen es porque el ambiente no lo permite y ayer fue una de esas ocasiones, pues los DJ no les dieron un respiro a los asistentes. Para cuando DJ Vega y John Schlolt se encargaban de mezclar la música, era evidente que la fiesta no se acabaría pronto.
El joven Bartozs Brenes fue uno de los puntos más altos de la tarde, en una presentación en la que invitó al cantante Javier Arce a cantar el tema Subterráneos (Adonde vamos) , una colaboración entre ambos que vendrá en el próximo disco de Cocofunka.
Más tarde Mario Maroto brilló entre diferentes ritmos como el drum n bass y el house y la reconocida DJ y productora Melissa O fue la estrella durante más de una hora. Con ella apareció el trompetista Esteban González. Su participación cubrió con éxito el largo atraso del DJ sueco Sebastian Ingrosso, quien sería el plato fuerte de esta edición y a la hora del cierre, (9:00 p. m.) todavía no se había presentado
Para entonces, los pinchos de carne que cargaba un vendedor entre la multitud ya estaban recubiertos de polvo y costaba ver un rincón por el que los colores no se hubieran colado: ojos, cabelleras, zapatos, pañuelos, cervezas y perros calientes. Nada se había salvado.