“No hay nichos para alquiler”, reza un rótulo que recibe a quienes buscan enterrar a sus parientes en el cementerio de San Sebastián. En este camposanto, administrado por la Municipalidad de San José, hace años no hay contratos de bóvedas familiares, y los alquileres de nichos están al tope.
El alquiler es una de las medidas que los cementerios comunales implementaron ante la falta de espacio y la alta demanda.
El interesado tiene derecho a usar ese sitio durante cinco años y al cabo de ellos, los restos del fallecido deben ser exhumados para darle campo a otros difuntos. Si la familia no ha conseguido nicho propio, los restos se trasladan a fosas comunes.
La situación en San Sebastián se repite en los cementerios de los cantones más populosos del país.
En el cantón de San José, los seis cementerios municipales (Corazón de Jesús, Calvo, Uruca Sur, San Sebastián, Pavas y Zapote) solo tienen para alquiler 54 campos de los 1.182 que están construidos.
El que tiene más espacios es el del Sagrado Corazón, con 29, en Zapote hay solo cinco, uno en Uruca Sur, mientras que Pavas ya no tiene disponibles. En Pavas se crearon 108 nichos hace dos años y ya todos están en uso.
Cupos para bóvedas familiares son más raros aún.
“Es una situación difícil. Lo peor es que no tenemos muchas opciones, pues el espacio es finito y se tiene que destinar parte de este, en caso de que se dé una emergencia nacional”, comentó Gustavo Salazar, jefe de cementerios de la Municipalidad de San José.
“Está difícil encontrar terrenos para otro cementerio porque no puede ser cualquiera. El Ministerio de Salud exige al menos 2.000 metros cuadrados, y hay que hacer análisis de suelo. No hay lotes en San José con esas características y, si hubiera, el precio sería muy alto”, añadió.
Recuperar cupos. El cantón central de Heredia vive la misma situación.
Esa Municipalidad administra tres sedes: Central, Barreal y Mercedes Norte. En ellos ya se llenaron los arrendamientos a largo plazo, y el único que cuenta con nichos de alquiler es el Central, que tiene tres.
Como posible solución, se les pidió a todos las personas con bóveda o que pagan derechos de alquiler que actualicen sus datos.
“Hay bóvedas que están muy abandonadas y que no sabemos nada de las familias. Hay familias en las que tal vez ya no hay descendencia o que ya no están en el país y no utilizarían el espacio.
”Una posibilidad es usar esos campos, pero primero tenemos que hacer el análisis”, comentó Adriana Bonilla, administradora de los cementerios municipales del cantón de Heredia.
Otros lugares. Las cabeceras de provincia no son las únicas que viven este problema. En Goicoechea, el cementerio central de Guadalupe llenó su cupo hace más de diez años, por lo que se abrió el camposanto El Redentor en el distrito de Purral, el cual aún cuenta con 1.500 derechos.
“Nos llega gente de otros lugares pidiendo campo. Gente de Moravia, Coronado y Sabanilla buscando un lugar porque les dicen que donde viven ya no hay campo”, expresó Aracelly González, administradora de la Junta de Cementerios de Goicoechea.
“De hecho nosotros ya tenemos una reserva especial para ir buscando otro terreno para los próximos años, aunque cuesta encontrar un lugar con las características necesarias”, agregó.
Los administradores consultados expresaron que ante la demanda creciente y la escasez de opciones, los camposantos privados son un desahogo, pero saben que deben procurar soluciones para quienes no puedan pagar.
“Esto no es por hacer un acto bonito y tener una tumba bonita. Es un servicio social y de salud pública, y los muertos tienen su dignidad, por eso tenemos que buscar más soluciones”, concluyó Salazar.