Unas 760 toneladas de botellas y bolsas de plástico, vidrios, madera procesada, aluminio e incluso cuerpos humanos llegaron durante el 2014 hasta cinco plantas hidroeléctricas estatales, a través de los ríos y afluentes de la Gran Área Metropolitana (GAM).
El peso de esos desechos provenientes de centros urbanos equivale al de unos 40 camiones rígidos, de tres ejes cada uno.
Deshacerse de esa basura que lanzan a los ríos familias e industrias obliga a entidades como el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) y la CNFL a invertir, casi a diario, tiempo y dinero en su extracción y disposición final. Ambas gastaron ¢33,5 millones en retirar esos desechos, el año pasado.
Con esto evitan el atascamiento de las parrillas o estructuras metálicas que, desde la toma de agua, sirven de filtro para evitar que las turbinas de generación eléctrica se descompongan.
Los embalses son el insumo primordial de generación eléctrica en Costa Rica (producen el 72% de la energía) y son de las fuentes más limpias: solo aportan el 16% de emisiones de gases de efecto invernadero, del sector.
Riesgo. Los atascos por basura podrían llevar a la paralización de estas plantas, lo cual conllevaría aún más pérdidas (por la energía que dejó de generarse).
Carlos Rosas, jefe de Recursos Naturales de la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL), dijo que eso lo han logrado evitar con labores de mantenimiento.
El año pasado, la CNFL desembolsó ¢23,5 millones por la disposición final de 523 toneladas de basura que arrastraron cinco ríos a cuatro de sus proyectos hídricos, con desfogue en el río Virilla: Belén (San José y Alajuela); Electriona (Heredia); Brasil (San José) y Nuestro Amo (Alajuela).
El caso más grave, según la CNFL, fue el de la planta Belén, la cual registra una potencia de 10.503 kilovatios. hasta donde llegaron, en el 2014, 175 toneladas de desechos.
Mientras, Luis Pacheco, gerente de Electricidad del ICE, dijo que a las tomas y embalses de las plantas Garita y Ventanas Garita, en Alajuela, llegan 228 toneladas de basura al año (desde 2004), lo que obliga al gasto de ¢10 millones anuales. Esos embalses de ICE sufren a pesar de que aguas arriba están Electriona y Brasil, plantas que filtran la mayoría de desechos provenientes de los ríos Torres, Tiribí y Virilla.