Los empleados de la planta procesadora de crudo que tiene la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope) en Moín de Limón, caminan sobre la cuerda floja, pues la continuidad de sus empleos depende del proyecto de modernización acordado con el Gobierno chino.
El plan original fue objetado por la Contraloría General de la República, pero a la fecha Recope no ha presentado un plan alternativo, mientras la planta se mantiene paralizada desde agosto el 2011.
“Si el ‘plan b’ no se aprobara o no estuviera listo, los trabajadores tendrían sus días contados. Yo estaría preocupado”, indicó el ministro de Ambiente y Energía (Minae), René Castro, al estimar que “tener una refinería que no refina, sería como tener una empresa de transporte público sin autobuses”.
El riesgo es que el plan alternativo no salga antes de concluir este gobierno, pues el próximo podría no estar interesado en continuar el proyecto de $1.500 millones. El país ya ha invertido $50 millones.
Las visiones difieren entre los contendores electorales. En Liberación Nacional (PLN) apuestan a la continuidad, mientras el candidato de Acción Ciudadana (PAC), Luis Guillermo Solís, quiere ver nuevos estudios de factibilidad.
Para el líder sindical de Recope, Manuel Rodríguez, la situación no es tan dramática. Él estimó que los trabajadores directos de la planta son unos 40, de los casi 350 que tiene Recope en Moín.
“No creemos que el proyecto no vaya. Sabíamos que no se iba a aprobar en este gobierno, pero no lo descartamos para el otro”, afirmó.
Recope estimaba que la etapa constructiva de la nueva planta abriría 2.000 empleos directos y cerca de 3.000 indirectos.
“Sería un golpe durísimo para Limón; no sé con qué se puede sustituir una fuente de trabajo como esa”, resaltó el ministro Castro.